Una oposición fragmentada
Una oposición fragmentada
Por Carlos A. Medina R.
En la elección de la Junta Directiva del Congreso Nacional que regirá este poder del Estado en los próximos dos años, se esperaba que hubiesen nuevas caras, excepto la del presidente, representando a las principales fuerzas políticas que conforman el Parlamento hondureño. Sin embargo, el Congreso por 65 votos contra 53 reeligió la Junta Directiva anterior y solo una persona nueva es electa para substituir a la diputada Lena Gutiérrez, que fue defenestrada por ser acusada por el Ministerio Público, y está siendo juzgada por el Poder Judicial.
El expresidente Manuel Zelaya Rosales en una emotiva reacción ante el resultado de la votación, manifestó diferentes calificativos negativos en contra del Presidente Hernández, aduciendo que esa era la manera como el jefe del Ejecutivo manejaba los tres poderes del Estado. La acusación de Zelaya Rosales, a las claras muy subjetiva, no hace una autoevaluación del porqué el Partido Nacional que solo tiene 48 diputados, le ganó la partida a una oposición que sufre otra derrota, sencillamente porque está fragmentada y sin una dirección colectiva que represente una amenaza para el partido en el poder.
La argumentación del cambio de fecha de la elección no representa un acto ilegal, pues en ningún lado de la Constitución dice que dichas autoridades deben ser escogidas en el mes de enero antes de que comience la siguiente legislatura, pues este argumento plasmado en el Artículo 19 de nuestra Carta Magna solo es válido al inicio del cuatrienio del nuevo presidente del Ejecutivo, o en otras palabras al inicio del cuatrienio presidencial. Por lo tanto, lo que la oposición debe estudiar es el comportamiento de sus diputados.
Si se analiza los números de diputados en cada bancada, la suma de estos podía haber fácilmente derrotado a la bancada nacionalista. Según manifestó la diputada Núñez, presidenta de la bancada liberal, dos días antes de la elección, la oposición se reunió para planificar la batalla para elegir las nuevas autoridades del Congreso, y de esa reunión y viendo los resultados, se ve que solo el Partido Anticorrupción (PAC) votó unificado, y el partido de “Mel” Zelaya y el Partido Liberal no entraron unidos al combate; aproximadamente 10 congresistas liberales votaron a favor del gobierno y ocho diputados de la resistencia se ausentaron de la Cámara durante la votación.
Todo lo anterior nos demuestra que la oposición en el Congreso Nacional está fragmentada y que los jefes de bancada y los coordinadores de los partidos en la llanura no han podido formar un frente común, y en lo que va de la historia del actual Congreso, solo han ganado una batalla cuando se opusieron a la constitucionalidad de la Policía Militar del Orden Público. La pluralidad de fuerzas en el Congreso, hay que aclarar, es un elemento nuevo en ese poder del Estado, pues anteriormente y cuando existía el bipartidismo, la “aplanadora” del partido en el poder era la que controlaba la votación, e históricamente los elementos del Congreso fueron leales a esa maquinaria de votación.
Los hondureños no debemos asustarnos ante el comportamiento político de las diferentes bancadas, pues es muy difícil en los países latinoamericanos hacer un casamiento entre lo político y lo ético, y aún en los parlamentos europeos y en las dos cámaras de la democracia más antigua del continente, los Estados Unidos de América, han habido comportamientos similares, y es muy difícil esperar que en nuestro país estos asuntos fuesen diferentes, pues el nivel ético y cultural de algunos de nuestros diputados no son los ideales para sentar ejemplos en el seno de nuestra nación.
Durante la Guerra de Secesión de Estados Unidos en el siglo XIX el presidente Abraham Lincoln que conocía a fondo los motivos de la guerra y sabía que históricamente las causas no tenían un peso específico, envió al Congreso de la nación una ley condenando la esclavitud, basada en una discriminación racial. Al darse cuenta que no tenía los votos en el Congreso para dar semejante paso, le manifestó a sus asesores y ministros más cercanos que no era posible que el presidente de la nación más poderosa del globo no pudiera “contar” con los votos para pasar dicha ley. La historia relata que algunos diputados opositores fueron comprados, y por un voto a favor, el proyecto se convirtió en ley, y desde entonces se enseña que la Guerra de Secesión que duró cuatro años y en donde murieron miles de ciudadanos norteamericanos, fue una guerra para luchar contra la esclavitud y la discriminación racial.
La democracia es el mejor sistema político y el que ha demostrado que procura a través de la libertad del hombre y el respeto a las leyes, el progreso de la raza humana. Los hondureños estamos ensayando a vivir en democracia, y la lucha interpartidaria que hemos observado en el Congreso Nacional es parte y ventaja de este sistema, pues es preferible eso a que nos matemos en nuestras serranías por banderas de diferentes colores e ideologías, como lo hemos hecho en el pasado.
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