¿Uno o varios dioses?
¿Uno o varios dioses?
Por Benjamín Santos
Hasta la pregunta es necia, pensará usted, y con razón. Todos los pueblos en el inicio de su cultura fueron politeístas, entre ellos los griegos, los romanos y hasta nuestros mayas para quienes no era lo mismo Hunab Ku que Itsamná, el primero era el dios creador y el segundo el intermediario que traía a los hombres las bondades del creador, entre ellas el maíz. Luego seguía un dios para cada una de las fuerzas de la naturaleza, incluido el poderoso dios Chac, dios de la lluvia. El politeísmo romano fue tan influyente que seguimos llamando lunes al día consagrado a la luna, martes al planeta Marte y así sucesivamente lo mismo que llamamos marzo, abril, mayo, junio a los primeros meses del año derivados también del nombre de dioses ya que el calendario romano carecía de los meses de enero y febrero lo que permitió que, al ser introducidos en el calendario gregoriano, septiembre, octubre, noviembre y diciembre cambiaran su posición original y en vez de ser el séptimo, octavo, noveno y décimo, son el noveno, décimo, décimo primero y décimo segundo sin haber cambiado su nombre. En relación a julio y agosto ya sabemos que llevan los nombres de Julio César y de Augusto, el primer emperador. En cuanto a Grecia basta leer la Ilíada y la Odisea para conocer los dioses y su influencia en la vida de los hombres.
Luego de esa multiplicidad de dioses, el ser humano llegó en distintas épocas a la conclusión que solo hay un Dios y nacieron las tres grandes religiones monoteístas en orden sucesivo el judaísmo, el cristianismo y el Islam, religiones que nacieron en el mismo lugar que, contradictoriamente, ahora se encuentra convertido en un campo de batalla. Pues resulta que aún en las religiones monoteístas hay diferentes maneras de concebir a dios, excepto entre los judíos que se fundamentan en la Torá, los primeros cinco libros de la biblia. Entre los musulmanes la mayoría entienden el deber de expandir su religión en forma pacífica, mientras que otros entienden lo mismo como el mandato de imponer sus creencias a sangre y fuego, son los yihadistas del estado islámico. Al dios Alá de estos últimos le encanta que se decapite a víctimas inocentes y que se arrase con pueblos enteros. A quienes tal hacen los recibe en su seno como premio por sus hazañas.
Pero aún en el Cristianismo, la otra religión monoteísta, hay diferentes maneras de concebir a dios. Basta ver las diferencias entre las religiones protestantes y el catolicismo. Para algunas iglesias protestantes, no todas, Dios paga la fe con dinero contante y sonante de manera que la pobreza viene a ser una manifestación de una vida en pecado, nos referimos especialmente al calvinismo sobre el cual escribió Max Weber el gran sociólogo alemán el libro el Protestantismo y el Espíritu del capitalismo. Pero todas las religiones protestantes cobran el diezmo que es una institución del Antiguo Testamento eliminada por Jesucristo. Otros pastores se dedican a hacer milagros y los ofrecen públicamente, cosa que no hizo el mismo Cristo ya que solo suspendía las leyes naturales, que a eso se llama milagro, en casos excepcionales y con la prohibición de que se divulgara la noticia. El Dios de los protestantes atrae por su generosidad al momento de repartir la prosperidad material.
Pero aún entre los católicos, que creemos en el hijo de Dios que nació y vivió en la pobreza libremente aceptada, que hizo milagros excepcionalmente y cuyos discípulos no cobraban el diezmo, hay diferencias en la forma de concebir a Dios. Para mi generación y las anteriores la imagen de Dios que se nos transmitió fue de un ser todopoderoso y severo, que imponía su voluntad y castigaba hasta las faltas más pequeñas. Era un Dios al que se debía temer por la severidad de sus castigos y el fiel reflejo de Dios en la familia era el padre para quien casi todo era prohibido. Ahora se hace hincapié y con razón en que Dios es amor, que por amor envió a su hijo unigénito a enseñarnos el camino de la salvación. En vez de tenerle miedo, hay que amarlo, porque Él nos ama. ¡Qué diferente¡ Celebremos entonces la NAVIDAD con renovada alegría, seguros como estamos de que Dios es amor, que nos acompaña sin invadir el campo de nuestra libertad y que nos perdona, siempre que nos arrepintamos y pidamos perdón. Que no anda con el látigo buscando pecadores para incriminarlos como hacen muchos que se creen santos sin serlo ni de apellido. Feliz Navidad a todos.
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