Pícaros e hidalgos


Pícaros e hidalgos

GASPAR VALLECILLO MOLINA

Conozcamos las acepciones de las palabras pícaro e hidalguía, que usó recientemente JOH para referirse a los empresarios que no están de acuerdo con algunas medidas tomadas por la directora de la DEI, y para calificar a Rafael Leonardo Callejas por entregarse a la justicia gringa.

Pícaro. Se aplica a la persona que tiene picardía o que se comporta con astucia y disimulo para conseguir un fin determinado. Personaje central del subgénero literario de la picaresca, que representa al antihéroe desgraciado y de mal vivir, desengañado de la sociedad y que pone por encima de todo el mantenimiento de su libertad y el instinto de supervivencia. Bajo, ruin, doloso, falto de honra y vergüenza. Astuto, taimado. Dañoso y malicioso en su línea. Persona descarada, traviesa, bufa y de mal vivir, que tiene habilidad y cierta malicia. Diccionario Enciclopédico 2009 Editorial Larousse.

“Hidalgo. Se refiere a la nobleza no titulada, sinónimo de noble, magnanimidad, altruismo, quijotismo, nobleza, señorío. Denota rico o riqueza. El ser hidalgo supone tener un concepto del honor muy arraigado y unas pautas de comportamiento propias de una persona sensata”. “La actitud de Callejas “debe valorarse”, ya que fue “algo de mucha hidalguía decir que iba a enfrentar a la justicia norteamericana”. Expresó además su “solidaridad” y deseo porque “la justicia sea lo que debe ser, eso es lo que esperamos del sistema norteamericano”. Fox News Latino. 17 diciembre 2015.

Al escuchar esas dos aseveraciones del Presidente Hernández quedé más confundido que de costumbre y revisé el “tema” -así le dicen los funcionarios a todo lo que mal hacen y dicen que saben- para encontrar justificación que explique su uso para tildar -atribuir, designar, señalar, acusar, difamar, censurar, reprochar, desacreditar- a empresarios y al expresidente. Aprendí sin olvidar que ser jefe es tarea difícil e incomprendida y en esa dimensión magnificada debe ser gobernar a 8 millones de ciudadanos cuya mayoría piensa para asentir o disentir. La minoría no atiende ni entiende. Y si lo logra, calla y acepta, sin importarle.

Valemadrismo. Con respeto me atrevo recomendar que no se debe llamar pícaros a quienes disienten con su gobernanza ni hidalgo a quien es penosamente requerido por la justicia. Tenemos infortunadamente pícaros en todos los estratos de nuestra “sociedad” incluyendo a muchos que merodean al poder, lo que es hartamente demostrado y reconocido también como corrupción, por lo que cualquiera que lo sea debe ser sancionado, para eso hay leyes a la garduña y si se conoce, como es el caso del hombre mejor informado del país, que este, aquel, estos o aquellos son pícaros, mejor demostrárselos sin decírselos y sancionarlos. Así tendríamos justicia como la que espera del sistema norteamericano y cada día serían menos los pícaros, no como hoy, más que nunca, que por la maldita impunidad pululan y deambulan sin honra ni pena para nuestra vergüenza. No entenderé jamás por qué los gobernantes que hemos tenido y sufrido padecen tantas metamorfosis como circunstancias encuentran en su gestión. Son sin excepción, absolutos, inequívocos, todo saben y pueden, omnímodos, omnipresentes que yerran sin tapujos y para que no quede duda de su omnisciencia, repiten sus yerros cuantas veces lo consideren “oportuno” y parte sin novedad. Nada los enmudece. Y eso es imperdonable. Estamos jodidos y no contentos si además tenemos hidalgos pícaros y pícaros sin hidalguía

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