El agua
El agua
Con el segundo anillo de circunvalación a escasos metros y un terreno “planito”, quién no se anima, si a todo lo anterior se suma la desidia de las autoridades que, en vez de prevenir, prefieren hechos consumados con un altísimo costo que pudo ser evitado. No hace falta citar aquello de que la próxima guerra mundial será por el agua, pero el acoso a la cordillera y a las reservas subterráneas en San Pedro Sula son presagios de un lugar inhabitable.
No es demagogia ni desvarío, sólo basta echar una mirada a los cauces de los tres ríos que de oeste a este recorren la ciudad para concienciarnos del problema sin echarle la culpa al cambio climático y a los pesos pesados en la contaminación por emisión de gases invernadero.
Lo de El Merendón es una destructiva historia a golpe de machete y uso de químicos no vista en la ladera de la ciudad, sino en el corazón de la cordillera y en su vertiente al Caribe. La reciente reforma al decreto 46-90 abrió el camino de la escalada depredadora en nombre de una expansión urbanística moderna, cuya primera víctima es la floresta y con ella la población. Todo ha quedado en el silencio cómplice que conduce, inexorablemente, a la destrucción. Si determinados proyectos habitacionales y urbanísticos buscan la zona oeste, otras personas sin más proyecto que conseguir un “terrenito” donde asentarse, cerca de la ciudad mejor, han comenzado a apropiarse de terrenos con altísimo valor para la calidad de vida de los sampedranos. La acumulación de agua que se filtra desde la montaña contribuye a la generosa reserva en naturales depósitos subterráneos, garantía de cantidad y calidad del líquido elemento.
Pese a la declaratoria de área protegida, la pregunta es obligada: Protegida ¿por quién? La División Municipal del Ambiente (Dima) ha quedado como oficina de tercer piso para extender permisos en la tala de árboles. Contundente debe ser la respuesta, pues de lo contrario, ya se ha corrido la voz, dentro de poco escucharemos voces de políticos anunciando la necesidad de atender a las familias asentadas en el acuífero con terreno y casa o indemnizarlas como habitualmente sucede con quienes se instalan en los derechos de vía.
El problema habitacional en el municipio es grave, pero no se puede paliar, porque solución no se va a dar, afectando el futuro de la ciudad al reducir significativamente el abastecimiento de agua. ¿Reglamento? También se presentaron propuestas para reglamentar las construcciones en El Merendón. No prosperaron y hoy, desde la ciudad, vemos la cara bella de la sierra, la misma que necesitamos proteger para conservar las reservas subterráneas de agua, en la zona conocida como acuífero Sunseri.
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