Escándalos en el Congreso Nacional

Escándalos en el Congreso Nacional





Los diputados hondureños han perdido su prestigio político por sus actuaciones desacertadas, ilegales e inconstitucionales al incumplir su juramento de ser fieles a la República, cumplir y hacer cumplir la Constitución de la República y demás leyes.

Con demasiada frecuencia ni debaten ni deliberan, desde la Junta Directiva se imponen decisiones que atentan contra la voluntad soberana del pueblo que los eligió; tienen tan poca seriedad que la gente dice que se bajan el canasto en sus relaciones partidarias, hasta dentro de sus propias bancadas, ofendiendo a las verdaderas canasteras.

Estos diputados se olvidan que son depositarios transitorios de la soberanía nacional, razón por la cual se les llama representantes del pueblo; a pesar de que solo representen los intereses de sus partidos políticos, por mezquinos que sean y al votar hasta alquilan o venden sus conciencias, con honrosas pero escasas excepciones.

En la clausura de la presente legislatura, con muchas ausencias reales o convenidas, la Junta Directiva se reeligió, de modo que cuando se reinstale el Congreso Nacional en enero del 2016, ya estará reelegida, rompiendo así la tradición de elegirla en la misma reinstalación.

Esta actuación rompe una tradición y es una jugada politiquera, impropia de los políticos con ética pública.

Un mal ejemplo en esta época dedicada a rememorar el nacimiento de Cristo, en que se acostumbra invocar también a los hombres de paz y de buena voluntad para que mejoren su conducta.

Lo hecho es calificado por el pueblo como un acto de mala fe, al cual se refieren y condenan diciendo: no me haga de chivo los tamales. Por cierto, Álvaro Mutis odia esa costumbre nuestra, parte de la cultura del maíz, porque dice que somos capaces de comer en los tamales las carnes más raras y a él le causa asco. Estoy seguro que eso incluye el tamal con carne de chivo que los diputados del partido de gobierno nos están dando de Navidad.

Otra forma de enfocar este asunto tan desagradable es “ser piedra de escándalo”, a lo cual José Luis García Remiro describe así en su libro “¿Qué queremos decir cuando decimos…?”: “Es ser motivo u ocasión de tropiezo moral para otros. Se dice de la persona que es causa u origen de alguna discusión. Proviene del profeta Isaías cuando dice: Él (Yahvé) será piedra de tropiezo y roca de precipicio para las dos casas de Israel, será lazo y trampa para los habitantes de Jerusalén (Is. 8, 14-15).

En lenguaje bíblico, escándalo significa ‘piedra en que se tropieza’, que puede dar ocasión de caer en sentido físico o en sentido figurado. El escándalo es una provocación que puede causar rechazo, admiración o perplejidad”.

La caída de estos politicastros más abajo de donde ya están podría ser motivo de sensatez si al abrirse la sesión de la próxima legislatura alguien pide la reconsideración de ese punto del acta en que se dio una puñalada trapera a la institucionalidad honorable, no de la que alega que todo lo que no está prohibido es permitido, propio de los leguleyos y cagatintas, que pasan por jurisconsultos.

El lunes 21 de diciembre asistimos al relevo institucional del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Honduras, cuando los oficiales superiores y demás de la decimooctava promoción pasaron a la honrosa condición de retiro, entregando todo el mando a los de la vigésima promoción, porque a los de la decimonovena les toca retiro en una año. Este respeto a la institucionalidad es tan diferente de la actitud de los diputados del partido de gobierno, que se imponen a una oposición no diligente ni inteligente.

Ergo, el bipartidismo no era lo único malo

RAMÓN CUSTODIO








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