Magistrado, la función más codiciada
Magistrado, la función más codiciada
DOCENTE UNIVERSITARIO
Participé en la elección del Comisionado Universitario como miembro de la comisión que tuvo la tarea de hacer la propuesta de los candidatos al Consejo Universitario para ocupar tan honorífico cargo, después del plazo que establece la norma, con sorpresa nos encontramos que apenas una persona había presentado la documentación para participar en el concurso, fue necesario ampliar el período para recibir más propuestas.
Otro tanto ocurre con el cargo de rectoría de la máxima casa de estudios, son pocas las candidaturas que se presentan, aunque el puesto está ligado a labores importantes para la academia y el desarrollo del país.
Todo lo contrario en la elección de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, ahí se presentaron alrededor de 200 aspirantes, propuestos por diversas organizaciones tanto estatales como privadas. El 15% de los abogados aptos para ejercer el cargo están pujando por llegar a ese poder del Estado.
Hay algunos abogados que son tan persistentes que vienen presentando candidatura desde que se aprobó la modalidad en la cual el Congreso Nacional de la República hace una elección de los 15 magistrados de una propuesta de 45 candidatos.
Algunos de esos postulantes también los hemos visto presentarse para ocupar el cargo de Fiscal General de la República. Han venido haciendo un esfuerzo tenaz por colarse en las instancias más importantes en los asuntos que tienen que ver con la justicia.
La ambición por el cargo ha llevado a algunos abogados a presentar como parte de su hoja de vida hasta fotos que en algún momento se han tomado con alguna personalidad mundial, como el papa Francisco o el Rey de España, por ejemplo. Hay una desesperación por figurar como magistrado de la Corte Suprema de Justicia.
Otros ya han sido magistrados, pero parece que les gustó tanto esa posición que vuelven ahora en una especie de refill para completar su apetito por una nueva colocación, que sin lugar a dudas es tributaria de grandes privilegios.
En su desenfrenada carrera por llegar a ese poder del Estado, hemos escuchado abogados que cuando se les ha preguntado sobre cuáles consideran deberían ser los principios en los que se basara su trabajo, han manifestado la necesidad de que el poder judicial mantenga su independencia, pero a renglón seguido han expresado su lealtad al partido de gobierno. ¡Rara y triste independencia!
Ahora mismo hemos visto a algunos que se enlistaron para el cargo que ya deberían de estar disfrutando a sus nietos y bisnietos, pero la ambición es tal que ni eso los detiene en la carrera por ocupar tan alta distención.
Si la administración de la justicia se ejerciera con rectitud, a lo mejor no serían tantos los aspirantes a ocupar un cargo en la Corte Suprema de Justicia, pero como es sabido, desde ahí se toman decisiones que tienen efectos sobre los demás poderes del Estado y los grupos económicos que influyen en los políticos, que es, en definitiva, la razón de tanto embullo por ser magistrado.
Si el afán por alcanzar el cargo fuera proporcional al deseo de mejorar la justicia, ya días hubiésemos superado los males de la nación.
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