OPERACIÓN DESPISTE

OPERACIÓN DESPISTE


Editorial La Tribuna

INNECESARIA esa cortina de humo, lanzada a la prensa, para salir del país. Una tomadura de pelo, sin sentido, a varios medios de comunicación.

Algo un tanto infantil, de parte de alguien que conoce el manejo de la prensa, por su contacto con periodistas y las innumerables entrevistas que ha brindado a lo largo de su carrera pública. En horas de la mañana –ante los insistentes rumores de su traslado al exterior– periodistas de LA TRIBUNA se comunicaron con el exmandatario a quienes aseguró que no se entregaría a la justicia norteamericana ya que su decisión era defenderse en el país. De buena fe, confiando en la palabra, el diario subió la noticia al portal de su página digital. Igual hicieron otros noticieros y medios con los cuales entabló comunicación, para esencialmente confirmarles lo mismo. Todo esto sucedía mientras se preparaba a abordar un avión que lo conduciría a los Estados Unidos, conforme arreglos efectuados durante el fin de semana con autoridades estadounidenses y nacionales. ¿Para qué este engaño a la prensa nacional? Incluso al extremo de aportar argumentos –“que no lo abarcaba la ley de extradición porque los delitos fueron cometidos antes que entrara en vigencia la ley”– ¿para hacer la versión más creíble?

No era necesario un ardid para desorientar periodistas. Si la forma subrepticia en que llegó al aeropuerto, para abordar el avión privado que lo conduciría al exterior, perfectamente lo hubiese podido hacer, sin que lo entrevistaran o le tomaran fotografías. De aquí no salió esposado, así que no está clara cual sea la vergüenza que intentaba evitar. Quienes lo aconsejaron sobre la operación despiste, no le dieron buena asesoría, ya que con ello solo logró indisponer a la prensa que confiada reprodujo la información que le proporcionó. La sorpresa vino cuando la Cancillería anunció la verdad sobre lo que había acontecido. Sin embargo, ese sería el menor de los daños. Sopesando a lo que está sometido y el tortuoso proceso legal que le espera, poco importa que aquí haya dejado periodistas ofendidos por haberles lanzado una concha de mínimo para que se resbalaran. El relato de lo anterior, sobre la inexacta información publicada, solamente se hace –en el caso de LA TRIBUNA– por respeto a nuestros lectores. Ya cuando el avión surcaba los cielos rumbo a las catacumbas, sus portavoces explicaron que se entregó –asesorado por abogados nacionales y extranjeros– “porque no quisieron exponerlo y someterlo a una presión adicional en la cual no se iba a tocar el fondo del asunto o a dilucidarse los cargos”.

De todas formas esto va a dar que hablar para rato. En los últimos días ha sido la noticia que ha mantenido en vilo a la afición. Desde que se supo de la detención en Zúrich, Suiza, del presidente de la CONCACAF por suponerlo responsable de actos de corrupción al interior de la FIFA. La prensa deportiva anunció aquello como la bomba del año. Sin saber que la verdadera explosión sería lo que estallaría unas horas después. Mientras el expresidente ofrecía declaraciones a los medios formulando votos porque su compañero saliese bien librado de los cargos delictivos que le achacan, esa noticia pasaba a segundo lugar, opacada por la sensacional revelación que en la lista de imputados también aparecía su nombre. Como entre el fanático auditorio hay de todo, ya inundaron las redes sociales de mensajes ponzoñosos, memes burlándose de la entrega y, como la moneda tiene dos caras, con emotivos mensajes de solidaridad de sus amigos y correligionarios en la cuenta oficial de Facebook del exgobernante.

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