¡Basta!
¡Basta!
Por J. E. Mejía Uclés
Cuando los gobiernos se convierten en autoritarios, tergiversando la verdad, menospreciando la voluntad de pueblos cansados de injusticias, de inseguridades, de hambre, de colas para comprar alimentos. Gobiernos convertidos en salvadores de la patria, que menosprecian la convivencia, estigmatizan los principios, la democracia y la decencia, postuladores de un populismo irredento.
¡Basta ya! de tanta ignominia, no quieren reconocer, que han sido aquellos que apoyaban la dictadura quienes han votado en su contra, han sido los mismos chavistas que agotados de dieciséis años de autoritarismo han dicho basta, democracia y legitimidad es la voluntad del pueblo expresada en las urnas. El populismo divide al pueblo, las sociedades se radicalizan, nace y se profundiza el odio, el enfrentamiento, entre los buenos y los peores, en fin esa conjunción que no rehabilita las ideas, que las corrompe.
Los dos extremos entre los que oscila la izquierda; el extremo fundamentalista, que antepone el control estatal a cualquier otra empresa, concibiéndola como un fin en sí misma, y el de la izquierda moderada ayuna de ideas y dispuesta a hacer concesiones sea cual sea su procedencia. La oposición obligada a convertir el cambio en progreso, puesto que no está en duda las conquistas sociales; haciendo compatible esa justicia social con la libertad individual, en una economía de libre mercado. Reanudar esa economía incentivando el progreso de los sectores económicos y empresariales. La congelación de precios motivó el desabasto, el más grave error de las economías planificadas; tienen que discernir aunque no les guste y no les quepa en la cabeza, que los gobiernos no pueden congelar los precios de los productos de consumo, es el mercado el que sirve a la sociedad y no lo contrario. Corrupción y demagogia.
Un gran diálogo nacional se impone en Venezuela, hay que tender la mano a la oposición que ganó libremente en las urnas, los presidentes son elegidos para propiciar el diálogo de todas las fuerzas políticas, independientemente de los criterios partidistas, lo contrario supone el enfrentamiento, y de aquí a la descomposición del tejido social un paso; propiciar la amnistía de los presos políticos, que en realidad son presos de conciencia. No es un gobierno autocrático, como pretende Maduro, el que transformará profundamente Venezuela, es todo lo contrario; afianzar la idea del cambio en una nueva estructura. Pero su ideal es la eliminación progresiva de todos aquellos elementos que pretenden hacerle sombra como ha sucedido con los opositores encarcelados. Un vacío ideológico de sus propios cuadros como sucede con Giordani y los chavistas ortodoxos.
Hay que reconocer que el sector privado, no el público, está a la vanguardia de la creación de riqueza y de la generación de empleo. No desconociendo el papel del gobierno de promotor de mercados competitivos, fomentar la investigación, la transferencia de tecnología, la innovación, las inversiones a largo plazo, ayudando con ello a los ciudadanos a su capacitación, para que puedan prosperar en una economía globalizada. Los mercados dinámicos y la competencia internacional son estímulos de primer orden para el crecimiento económico. Los mercados dinámicos están al servicio de la sociedad, y no a la inversa, en resumen: competencia hasta donde sea posible, regulación gubernamental hasta donde sea necesaria. La principal fuente de valores humanos y de las ventajas competitivas en el mundo actual es el capital intelectual y humano. Cohesión social, competitividad, desarrollo económico, globalización.
Lo importante no es el tamaño, ni cuantas cosas hace el gobierno, lo importante es que cosas hace y si las hace bien. Lo importante es impulsar la fortaleza de la sociedad, porque cuando la sociedad es débil son unos pocos los que se apropian del poder.
Y, aquí, no salgo de mi asombro, porque ya estoy curado de espantos, políticos buscando la legitimidad de la infamia; cuando la decencia no los acompaña, pretendiendo jugar al liderazgo que no tienen, queriendo ser lo que no han podido ser. Como ciudadanos de esta tierra nos deja muy mal parados, amargados; justificando ser hidalgo cuando se es un soberano corrupto, corrupción, delincuencia disfrazada de honestidad, cuanta pena siento, cuál es el futuro de nuestra Honduras?, una pregunta sin respuesta. La memoria histórica merece esa respuesta.
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