Presupuestos públicos y políticos

Presupuestos públicos y políticos


Juan Ferrera

Las finanzas del Estado hoy sufren el impacto del robo y saqueo de las empresas públicas, que solo han dejado en el país nuevos capitales privados, el fortalecimiento de grupos de poder y el surgimiento -cada cuatro años- de nuevos políticos millonarios. Y es que cuando acordamos había que hacer arreglos de pago a través de los organismos de financiamiento internacional, para ver si por medio de ellos, medio habilitábamos algunas empresas para generar algunos servicios.

Y así nos hemos ido endeudando nuevamente. A pesar que nos condonaron la deuda externa y llegamos a reducirla a 1,500 millones de dólares, ya estamos otra vez encaramados con una gran deuda con los organismos de crédito internacional, la cual está cerca del 50 por ciento del Producto Interno Bruto.

¿Y ahora de qué manera se trata de resolver el problema? Con ajustes. Solo el gobierno de Porfirio Lobo (2010-2014) nos dejó una decena de “paquetazos”, heredando unas finanzas más estables para que su sucesor no tuviera problemas al negociar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, pero nada de esto llegó porque se hayan mejorado las recaudaciones, sino por la carga impositiva.

Nadie puede decir que no es culpable de todas esas cosas. No solo le voy a echar la culpa a los políticos, ¿y dónde estaban los empresarios que hicieron negocio con esos arreglos políticos y que financiaron las campañas? ¿Dónde estaban los ciudadanos de la sociedad civil que por indiferencia o acompañamiento, o por lo que sea, dejaron que hicieran lo que quisieron con los recursos de nuestro país? Es nuestro país, es el futuro de los nuestros.

A estas alturas ya no deberíamos permitir que con el dinero que sale de los bienes del Estado se armen precandidaturas y luego candidaturas. La riqueza de Honduras no debe servir para continuar poniendo gente en el poder. Y es que aquí los presupuestos desde su planificación ya se conciben a dónde van a ir a parar, a elevar a personajes oscuros que llegan a puestos de elevada calificación que luego no se bajan de los helicópteros y aviones.

Aquí todos estamos obligados a cuidar lo poco que queda de las empresas estatales y, sobre todo, el buen manejo de las finanzas. El que va a la política, si acepta responsabilidades públicas, tiene que ser un verdadero servidor, un mandadero del mandante que es el ciudadano, no perder la humildad y creerse célebres, dueños de la verdad y a quienes no hay manera de cómo hacerles ver que están equivocados.

Juan Ferrera




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