¿Se desmorona la izquierda?

¿Se desmorona la izquierda?

Por Boris Zelaya Rubí

“Mientras menos lobos hayan, existirá más comida. A veces, cuando las fuentes de alimentos son muy escasas en la manada, el macho alfa consumirá la camada de cachorros, se cree que esto sucede para asegurarse de poder sobrevivir…”.

Después de las protestas violentas ocasionadas por la sustitución del tal “Mel”, los movimientos de izquierda se unieron, los pinta paredes y tira piedras, vinieron a robarnos la tranquilidad jugando a revolucionarios urbanos, por supuesto con los jóvenes al frente, contagiándolos con su ideología del resentimiento por la pérdida del poder. Ahora, comienzan a desmoronarse, la unidad granítica no existe.

Las ambiciones por el poder han aflorado entre los “defensores de los desposeídos”, que señalan a los “expulsados” como infiltrados o quintacolumnistas, que se cobijaron bajo el manto de los émulos de Chávez, Fidel y otros que a través del tiempo han demostrado que odian el capitalismo salvaje ¡mientras no disfrutan de él! Y a medida que pasa el tiempo sus deseos de imponer una dictadura, han sido descubiertos por sus otrora furibundos seguidores, se van quedando solos y el ojo crítico de los que fueron engañados, les comienza a descubrir actos de corrupción.

A algunos conocidos y famosos adeptos que promovieron al olanchano arriesgando hasta sus vidas, los han hecho a un lado demostrando que su partido tiene un solo dueño y punto. La tan cacareada libertad ofrecida para que el pueblo decidiera quiénes los van a gobernar, no pasó de ser una quimera o trampa para bobos, pero a los amantes de la democracia, el defenestrado expresidente nunca nos engañó, su misma ambición lo convirtió en un simple mortal a quien la suerte y un partido mayoritario le dio el respaldo, sin imaginar que estaba creando un monstruo con ínfulas de dictador, megalómano por excelencia.

Tiene el conocimiento empírico sobre la administración pública, pero “vivo” ¡sí es! Es claro que el hombrón de Olancho ¡no quiere elecciones internas! Jamás arriesgará lo que tanto le ha costado, y aunque algunos de los izquierdosos expusieron sus vidas por defenderlo, eso a Zelaya le importa un comino, lo que él hace es “correcto” y punto.

Aferrado a sus caprichos y frustraciones creyó que sublevaría a todo el pueblo hondureño, movilizando los sentimientos irracionales de las masas en contra de la élite, pero fracasó en su intento. Recientemente ha evidenciado sus verdaderas intenciones, que no son más que mantenerse dentro de las esferas de poder, demostrando sin ambages que: ¡el dueño de LIBRE soy yo!

Qué papel jugarán ahora aquellos que creen en doctrinas sobre la igualdad económica para los habitantes de este terruño, como el abogado Rasel Tomé, el periodista Esdras Amado López y el economista Nelson Ávila, que estaban dispuestos a apoyarle. ¿Se habrán dado cuenta que los utilizaron y que los están desechando como piezas reemplazables?

El que dice ser el propietario del partido Libre, amenaza diciendo que el que no asista a sus reuniones, no podrá aspirar a un cargo de elección popular ¿entonces? ¿Regresarán los despreciados, humillados, sin orgullo y dignidad, para poder volver a ser figuras preponderantes en el ámbito político, aunque los tilden de obedientes y no deliberantes?

Si el pueblo alguna vez tuvo una esperanza con los discursos populistas del tal “Mel”, ante sus poses napoleónicas y rechazando a sus más conspicuos líderes, ya saben lo que pasaría, si llegara de nuevo a dirigir la nación, ¡sería el peor castigo terrenal!

Si los pleitos entre los izquierdosos es una estratagema política, será muy mal interpretada por los pocos ilusos seguidores que todavía le quedan.

De rodillas solo para orar a Dios.

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