Patente de corso

Patente de corso



Por Jonathan Roussel

Las patentes de corso y las medidas cautelares vienen siendo lo mismo. Las primeras fueron emitidas hace unos dos siglos por los reinos de Inglaterra, España y Francia para reforzar sus escasas fuerzas navales y podían atacar naves y poblados de naciones enemigas compartiendo los productos del saqueo. Y las medidas cautelares se usan desde hace menos tiempo para darles impunidad a “enemigos de gobiernos amigos”. Los mismos países que emitían aquellas ponen en vigencia las de ahora.

El valor ético de esa “licencia” sigue siendo muy cuestionable.

Cualquier persona recurre ante quien emite las medidas y dice que lo persiguen y está amenazado de muerte y ya. Alega que lo quieren llevar a los tribunales o hacerlo cumplir una sentencia y es suficiente. Hay que asignarle vigilancia policial aunque sea un pendenciero mentiroso. O un atarantado llamando la atención. O simplemente tratando de evadir una demanda civil.

Muchos de los que solicitan las benditas medidas no quieren que los “protejan” sino que los lleven a vivir a otro país.

Tampoco se sabe quién los “persigue o amenaza”. Basta con decir estoy amenazado.

Ha habido incidentes de “bar” en los cuales alguien se ha excedido en calificativos, insultos o provocaciones y cuando algún ofendido ha querido darle su merecido se ha escudado en el consabido cuento.

También hubo necesidad de capturar más de uno por escándalo o violencia doméstica y evadió la acción policial.

Justo es decir que algunos sí han sido protegidos debidamente y hay que hacerlo y seguir haciéndolo. Y también aceptar que en algunas ocasiones no ha cumplido con el mandato.

Interesante sería conocer el listado de quienes gozan del privilegio y cuánto cuesta cuidarlos y de paso hacer una especie de depuración.

También sabemos que las tales medidas cautelares no tienen ningún valor en España, Inglaterra o Francia. ¿Y entonces? Imaginemos que los terroristas gocen de ese privilegio.

Por mientras se me ocurre pensar en la posibilidad de conseguir un permiso como el de James Bond, 007, para resolver algunos problemitas.

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