Población no debe quedar indefensa

Población no debe quedar indefensa


Editorial El Heraldo

Tras la publicación que hizo EL HERALDO y luego el periódico estadounidense The New York Times de un informe que señala a la cúpula policial y mandos intermedios por la muerte del zar antidrogas Arístides González, en 2009, el país se encuentra inmerso en un histórico proceso que esperamos logre adecentar a esa institución y demás operadores de justicia.

La coyuntura actual, con la llegada de la Maccih, el decreto de emergencia para la depuración, la comisión depuradora que ha empezado con pie derecho su labor y los cambios que han comenzado a gestarse en la Policía Nacional, nos sume entre el vértigo y la esperanza.

Y si mencionamos también la ola de acusaciones y contraacusaciones entre los señalados de corrupción policial que ha empezado a sacudir a la opinión pública a través de los medios de comunicación, la situación se llena más de sombras que solo se irán difuminando a medida que vaya sobresaliendo la verdad entre tanta mentira.

Pero, mientras cruzamos este complejo sendero, debemos también mantener la mirada en el día a día, porque la criminalidad, derive o no de la corruptela policial, no hará pausa ni dará tregua.

En los últimos días hemos visto más asesinatos, sobre todo en el rubro del transporte, vinculados con la extorsión y la captura de policías sospechosos de ese delito.

Después de las acciones contra los extorsionadores realizadas en el marco de la Operación Avalancha, pareciera que se ha quitado el dedo del renglón y han redoblado los criminales sus andadas.
La Maccih se ocupará de casos emblemáticos, léase asesinatos de alto impacto, incluyendo el de Bertha Cáceres, y la monstruosa corrupción en el Seguro Social, que aparentemente ha sido cubierta por una cortina de humo, entre otros.

Pero, muertes como la de una maestra en San Pedro Sula, de dos empleados de una compañía de cable en la capital y de un conductor en La Ceiba, deben ser esclarecidas y capturados los responsables. La población no puede quedar más indefensa de lo que ha estado frente al crimen común y organizado. Y su seguridad debe ser también una prioridad en esta coyuntura histórica que estamos atravesando.

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