Cifras maquilladas

Cifras maquilladas



Por Roberto C. Ordóñez

 En realidad las cifras no se maquillan para embellecerse como las mujeres y algunos hombres. Se pueden falsear para engañar a los incautos, pero como los números son fríos no hay manera de hacerlos bonitos.

A la ya casi expresidenta de Brasil, doña Dilma Rouseff, se le acusa de falsear las cifras de las cuentas nacionales para ganar las elecciones de su segundo período, haciendo aparecer como exitosos sus primeros cuatro años que en realidad no lo fueron.

El crecimiento económico brasileño no fue tanto como dijeron las cifras maquilladas por los técnicos oficiales obedientes, pero este fue un pecadillo menor comparado con los demás pecados mortales de los cuales se acusa a la doña y que tienen a su gobierno en alas de cucaracha.

Los organismos internacionales de crédito no se dejan engañar, pero no votan. A los electores que votaron por ella en la primera y segunda vuelta pudo halagarlos con cantos de sirena y unos “reais”, pero la oposición y la prensa son otro rollo. Están atentos a cualquier resbalón o acto de corrupción para sonar las alarmas.

Los actos de corrupción del gobierno anterior, presidido por su correligionario del P.T., Lula, asustan como fantasmas del pasado, acompañados por una corte de fantasmas vivos del presente. Solo de la compañía pública Petrobras se hicieron humo 2 mil millones de dólares. Se les acusa también del delito de lavado de dinero proveniente de otros actos. Para proteger a su compañero de viaje lo nombró ministro de Estado, dotándolo de un blindaje protector como el caparazón de las grandes tortugas del Amazonas.

Pero el descubrimiento de una llamada telefónica en la que ofrecía a su pana el nombramiento para inmunizarlo la delató y un juez evitó la toma de posesión de don Luis. En este momento la cosa está enredada en una telaraña de abogados, unos que acusan y otros que defienden.

Para colmo de males sus aliados de otros partidos se le han dado vuelta, dejándola expuesta a un juicio político en que seguramente será destituida. A la exguerrillera y al exlíder sindical solo falta que los mee un chucho, pero según millones de “brasileiros” se lo merecen.

Los brasileños no son los inventores del maquillaje de cifras. Si lo fueran ya hubieran patentado el truco. En nuestra Honduras desde hace muchos años se maquillan cifras, tanto en el sector gubernamental como privado.

Los contrabandistas son la hilacha para maquillar números, empezando el proceso con el ingreso al país de mercaderías subvaloradas que pagan por supuesto menos impuestos. En esto son ayudadas por los vendedores extranjeros de los productos que los facturan más baratos; por los empleados aduaneros y a veces o siempre por agentes aduaneros que las saben todas. Hay casos de automóviles de lujo importados al país declarados en la póliza como licuadoras o planchas eléctricas; de carros nuevos declarados como chatarra para venderse como piezas de repuesto en hueseras. Telas finas importadas como retazos y son en realidad rollos completos para ser vendidos por yardas.

Hace algunos años unos vivos se hicieron ricos importando llantas nuevas declaradas como usadas. En vez de maquillar las llantas hacían lo contrario: las enlodaban y embarraban de aceite para darles apariencia de viejas, con lo cual no engañaban a los aduaneros que cerraban los ojos, sino que defraudaban al fisco.

Conozco el caso de un banquero que maquillaba cifras. Capitalizaba mensualmente las cuotas morosas de los préstamos para que en los estados financieros del banco aparecieran todos los préstamos al día, lo cual es imposible en un banco. Con esto no defraudaba al fisco, pero engañaba a la junta directiva y se engañaba solo.

Los gobiernos no se quedan atrás. Anuncian hospitales abastecidos cuando no tienen ni aspirinas.

Los del Instituto Forestal sacan de la manga el número de incendios forestales apagados.

Los opositores no creen en la cifras de disminución de muertes violentas publicadas oficialmente. Creen que son más.

Una vez el Instituto Nacional de Estadísticas hizo una encuesta que demostró que la mayoría de los hondureños ansiábamos desesperadamente la cuarta urna y la reforma constitucional.

Volviendo al principio, la pregunta no es sí caerá Rousseff, sino cuándo…

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