¿Carteles políticos?

¿Carteles políticos?


Por: Juan Ramón Martínez
Aunque la noticia la publicó El Heraldo, –“recalentada” como dijera una fuente del Ministerio de Seguridad–, se la entregaron con los nombres tachados. O por elemental cuidado, lo hicieron sus redactores. Eso no lo sé. Sin embargo NYT, sí dio los nombres, mostró las fotografías y clarificó cada una de las fichas de los supuestos implicados. Claro, las exigencias de los editores suyos, son mayores que los nuestros. Los policías mencionados, reaccionaron inmediatamente, negando la implicación en los asesinatos del general González y de Alfredo Landaverde. E incluso, uno de ellos exigió las pruebas respectivas. Solo Ramón Sabillón, exdirector de la Policía Nacional, ha asumido el contraataque. Lo que indica que a los otros, se les ofrece vía negociación, salidas alternas, la mayoría de carácter económico, pagadas con los recursos de los contribuyentes. Que él, por razones que no ha explicado todavía, se resiste a aceptar. Con lo que, al tiempo que busca crear un escudo a su alrededor, aporta algunas indicaciones para convencernos a los ciudadanos que aquí, todo está corrompido. Que la Policía, los políticos,–de ambos partidos, Liberal y Nacional– los militares y los funcionarios de otros sectores del gobierno, están coludidos con el crimen organizado. Colocando incluso a los delincuentes, como víctimas de la voracidad económica de quienes incluso, se presentan como salvadores del país; o personas que están trabajando para “mejorar” las cosas entre nosotros.

En otras oportunidades, hemos hablado de la banalidad del mal. De forma que lo que se busca ahora, es que el mal sea visto como algo común y corriente, por lo que no hay que extrañarse ni molestar a los que son señalados como delincuentes. Y quienes violan la ley, lo hacen mecánicamente, en obediencia a las órdenes superiores. Es decir que se burocratiza del delito, pasando por alto que nadie tiene la obligación de obedecer órdenes que entren en conflicto con las leyes. Y nadie puede, aunque sea un ignorante, alegar tal cosa como excusa.

Hace una clasificación interesante de cómo el gobierno y la sociedad participa, en diferentes niveles con los delincuentes. En lo primero no dice nada nuevo. Las bandas criminales están constituidas jerárquicamente. Y por consiguiente, los diferentes niveles, se vinculan con sus iguales, en el gobierno; o con los grupos de la sociedad. Lo nuevo, sin embargo, es el señalamiento del nivel más alto de la estructura criminal que, según Sabillón, incluso tiene capacidad para “formular o reformar una ley” con lo cual apunta, directamente, hacia el Congreso Nacional, sin ninguna duda. El que paguen para operar, no es una novedad. La burocracia no actúa con ánimo de servicio para los peatones siquiera, y mucho menos cuando exigimos cumplir la ley. Previo pago operan en un corredor que les permita apoyar el transporte por el territorio nacional, la droga con destino a los Estados Unidos. Hasta aquí, repetimos, Sabillón no dice nada que sorprenda más de lo normal. Ya habíamos oído de diputados vinculados con el crimen organizado. Incluso, en tiempos en que el general Romero era el ministro de Seguridad, estuvieron a punto de colocarle como viceministro a una persona no solo vinculada con un partido político –que en ese tiempo era el Partido Liberal el que gobernaba– sino que además, en la Costa Norte se decía que los narcotraficantes le habían financiado la campaña diputadil que, sin embargo no pudo coronar con éxito. El incumplimiento del compromiso contraído por el gobernante de entonces, según se rumoreó, fue la causa de la muerte de Juan Ramón Salgado, diputado liberal por Colón, a manos de delincuentes guatemaltecos, confió Romero, en una conversación privada, un poco de tiempo después de ocurrida.

Sabillón, incurre en dos grandes debilidades. Aunque habla del cartel liberal y el cartel nacionalista, no aporta nombre alguno. Con lo cual, busca salpicar a todos, para que se pase por alto errores y omisiones suyas. Y la otra, es que no explica por qué razón, hasta ahora –después de destituirlo a cambio de irse a Naciones Unidas– es que dice cosas que, debió comunicar a su superior inmediatamente. Y lo peor: no da nombres de los políticos implicados en los carteles liberal y nacionalista. Obligándonos a especular, cosa que no habla bien de su supuesto profesionalismo. Haciéndonos pensar más bien en la intención del chantaje. O no?

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