Policía y crímenes emblemáticos

Policía y crímenes emblemáticos


Editorial El Heraldo

Las revelaciones que hizo EL HERALDO sobre el asesinato del zar antidrogas Arístides González, planificado y ejecutado en 2009 por algunos miembros de la cúpula policial y sus mandos intermedios, han desencadenado una serie de acontecimientos que hacen vislumbrar una luz en medio de la oscuridad en la que ha estado sumida la Policía Nacional.

La investigación periodística ha develado también que otro crimen de alto impacto, el del asesor de seguridad Alfredo Landaverde, ocurrido el 7 de diciembre de 2011, fue perpetrado también por elementos policiales.

A raíz de estas publicaciones, diversos sectores han elevado su voz para exigir que estos casos emblemáticos, como tantos otros, no queden en la impunidad.

Concordamos con lo manifestado por la viuda de Landaverde, Hilda Caldera, en que se debe honrar la memoria de estos compatriotas que dieron su vida en la lucha contra el crimen organizado en Honduras. Para ello es preciso investigar y presentar ante los tribunales a los autores intelectuales y materiales de tan repudiables hechos. Pero, además, ir más allá con una reestructuración del aparato policial para convertirlo en una institución al servicio de los ciudadanos que con sus impuestos mantienen a hombres armados para que le den seguridad, no para que atenten contra ellos.

Aunque tardíamente, el Ministerio Público está tomando acciones y debe llegar hasta el fondo en estos dos casos, para dar una respuesta contundente de cero tolerancia a la impunidad que durante años se ha anidado en nuestro país.

Nos congratulamos de las primeras acciones que ha tomado el Poder Ejecutivo para el esclarecimiento de estos crímenes y para que los sospechosos de ejecutarlos sean presentados ante la justicia.

Lo siguiente es ver hacia adelante, definir qué vamos a hacer y para dónde vamos. Ya nada puede ser igual y en la coyuntura actual tenemos la oportunidad histórica de marcar un parteaguas para que la historia de Honduras no se siga escribiendo con sangre ni lágrimas.

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