Un regalo desafiante
Un regalo desafiante
Por: Julio Raudales
Honduras había sido un país con tradición estadística a lo largo de su historia. En 1791, todavía en tiempos coloniales, las autoridades peninsulares ordenaron levantar el primer censo de población. De acuerdo al mismo, vivían en la provincia hondureña aproximadamente 96.481 personas. La pequeña nación no era aún independiente y la finalidad de aquel estudio era hacer un conteo de bienes y personas para la corona.
Después de aquel primer esfuerzo, el país ha levantado otros 21 censos sobre la población y condiciones básicas de vivienda, siendo el último el de 2013. Durante la primera mitad del siglo XX los esfuerzos fueron importantes y fue entonces que tuvimos estudios sobre población quinquenales. Esto ha ayudado a los estudiosos a entender mucho mejor diversos fenómenos sociales de nuestro país. Las estadísticas sociales son imprescindibles para una adecuada toma de decisiones, tanto políticas como a nivel privado.
Sin embargo, lo anterior no se ha entendido correctamente por las autoridades en los últimos 50 años. Desde entonces para acá, la producción estadística nacional ha sido veleidosa, carente de asignaciones presupuestarias y de una correcta vigilancia metodológica. De no ser por la Cooperación Internacional, posiblemente no dispondríamos de información adecuada sobre nuestro país.
Para el caso, de acuerdo al censo de 1961, el país contaba con 1.8 millones de habitantes. Éramos una nación aún pequeña y despoblada, además de muy pobre: Nuestro ingreso per cápita era de apenas 180 dólares y la densidad poblacional de 13 personas por Km2.
Los 22 censos realizados hasta ahora en el país nos muestran cómo ha cambiado nuestra realidad social. Por ejemplo, entre 1961 y 1974, la población hondureña crecía a un ritmo de 3.3% anual, una de las tasas más altas del mundo. Eso explica por qué duplicamos nuestro número de habitantes en menos de 20 años y por qué para 2013, es decir 50 años después, la misma se ha casi quintuplicado.
Afortunadamente el vertiginoso crecimiento de la población en nuestro país se ha ralentizado en las últimas décadas y de acuerdo a las cifras preliminares del último censo, los hondureños nos reproducimos a un ritmo de 2.4% anual, a un alto si lo comparamos con el de países en desarrollo. En efecto, nuestro país cuenta aún con una población infantil (por lo tanto dependiente), muy elevada y con una cantidad de personas adultas relativamente baja.
Sin embargo, las previsiones estadísticas muestran que el país enfrenta un desafío colosal: El denominado “bono demográfico”.
¿Qué es el bono demográfico?, es una situación en la cual la llamada “Pirámide Poblacional” se empieza a revertir, es decir, nacen menos infantes y los niños y niñas existentes se van haciendo adultos. Por otro lado, las condiciones generales de salud se expanden, la población empieza a urbanizarse y por lo tanto la expectativa general de vida de la gente se hace más alta. Esto provee una oportunidad para el país, pero a la vez genera algunos riesgos.
Por un lado, aumenta la llamada fuerza laboral y con ello las posibilidades de crecimiento económico mejoran. También el hecho de que haya una mayor concentración de la gente en ciudades abarata el costo de prestación de servicios públicos, lo que a su vez produce más salud y educación para el país.
Pero por otro lado, si las autoridades no toman en cuenta que la población requiere de políticas adecuadas de empleo que den a la gente, especialmente a los jóvenes, mejores oportunidades para desarrollarse; si no hay mejor acceso a servicios públicos y persiste la exclusión social, este “bono demográfico” puede convertirse más bien en una bomba de tiempo que pudiera horadar las posibilidades de desarrollo.
Los expertos dicen que nuestro “bono demográfico” durará hasta 2050. Después de este año, la población de Honduras empezará a envejecer y con ello las oportunidades de mejora en el nivel de vida irán declinando. Es necesario tomar medidas adecuadas para evitar que nuestra población que es el mayor tesoro de la patria, se convierta más bien en una amenaza.
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