De las maravillas chinas

De las maravillas chinas
 
Yo nunca viajé a la China, pero la China ya viajó muchas veces hasta mi alma. A través de sus cuentos, sus libros, sus proverbios, sus filósofos, este país viene aportando en el curso de la historia una colaboración invalorable a la cultura humana. A continuación, algunas historias tradicionales chinas:

Del arrepentimiento sincero

El monje Chu Lai era agredido por un profesor, que no creía nada de lo que él decía. Sin embargo, la mujer del profesor era seguidora de Chu Lai y exigió a su marido que fuera a pedir disculpas al sabio.

De mala gana, pero sin valor para contrariar a su mujer, el hombre fue hasta el templo y murmuró algunas palabras de arrepentimiento.

“Yo no te perdono” dijo Chu Lai. “Vuelve a tu trabajo”.

La mujer se quedó horrorizada: “¡Mi marido se humilló, y usted, que se considera sabio, no ha sido generoso!”

Respondió Chu Lai: “Dentro de mi alma no existe ningún rencor. Pero si él no está arrepentido, es mejor reconocer que me tiene rabia. Si yo hubiera aceptado su pedido de perdón, habríamos creado una falsa situación de armonía, y esto aumentaría más la rabia de su marido”.

Cargando lo que ya se dejó atrás

Chu y Wu volvían a su casa después de una semana de meditación en el monasterio. Iban hablando sobre cómo las tentaciones surgen delante del hombre. Llegaron al margen de un río. Allí una bella mujer esperaba para atravesar la corriente. Chu la tomó en sus brazos, la cargó hasta la otra orilla y continuó su viaje con el amigo.

En un determinado momento, Wu dijo: “Estábamos hablando sobre la tentación y tú llevaste a aquella mujer en brazos. Fue una oportunidad para que el pecado se instalara en tu alma”.

Chu respondió: “Mi querido Wu, yo actué con naturalidad. Cargué a aquella mujer a través del río y la dejé en la orilla; pero tú continúas cargándola en el pensamiento, y por eso estás más próximo al pecado”.

El lado bueno siempre escucha

Cuando iba hacia el lago, Confucio siempre pasaba por determinada casa y se detenía para conversar sobre el jardín de la galería, que era el orgullo de su propietario. A veces el hombre estaba bebido, pero Confucio fingía no prestar atención al hecho y continuaba hablando del jardín.

Un día en que el hombre estaba muy embriagado, un discípulo dijo: “él no escucha porque su alma está llena de alcohol”.

Confucio respondió: “Una persona solo consigue desarrollarse si sabe que tiene un lado bueno. Incluso en los momentos de debilidad, es preciso llamar la atención hacia ese aspecto. Por eso yo hablo sobre su trabajo como jardinero y en algún rincón de su alma, él me escucha. Así consigo evitar que la culpa destruya su voluntad de seguir el camino”.

La fórmula de la familia

El duque Ding preguntó a Confucio: “¿Existe alguna fórmula que garantice la prosperidad de una familia?”

“No existe una fórmula completa”, dijo Confucio. “Pero existe un dicho: “Es difícil ser gobernante y no es fácil ser gobernado”. Si los jefes de la familia y sus hijos entienden que ambas partes precisan ceder, entonces la prosperidad llega”.

El duque continuó: “¿y existe alguna fórmula capaz de destruir el núcleo de una familia?”

“No existe una fórmula completa”, dijo Confucio. Pero existe un dicho: “el mayor placer de un rey es no tener nunca a alguien que le prohíba hacer las cosas”. Si no se nos prohíbe hacer el bien, esto es bueno. Sin embargo, en una familia donde la madre no tiene valor para contestar al hijo, las relaciones se vuelven frágiles y terminan destruidas”.

Pensando en cada cosa a su hora

Zilu quiso saber de Confucio cómo servir bien a Dios.

“¿Tú no sabes servir a los hombres y quieres servir a Dios?” respondió el maestro. “Aprende a ayudar a tus semejantes y Dios estará contento”.

“Pero tengo miedo de morir y enfrentar el juicio divino. Aún no entiendo bien la muerte”.

“Si tú aún no comprendiste la vida, ¿cómo quieres comprender la muerte?” dijo Confucio. “Aprende a aprovechar sus días y el juicio será favorable.

Un maestro y dos respuestas

Zilu preguntó: “¿cuando debo poner en práctica las cosas que aprendí?”

Confucio respondió: “aún estoy enseñándote. ¿Por qué esta impaciencia por poner algo en práctica? Espera el momento adecuado”.

En el momento siguiente, Congchi preguntó: “¿Cuando debo colocar en práctica las cosas que aprendí?”

“Inmediatamente” respondió Confucio.

“Maestro, usted no está actuando con justicia” protestó Zilu. Congchi sabe tanto como yo, y usted no le prohibió actuar”.

“Un buen padre conoce la esencia de sus hijos”, dijo Confucio. “Él frena a aquel que es demasiado osado y empuja al que no sabe andar con las propias piernas”.

Reflexión

Traducción libre de un fragmento del “Tao Te King”:

“Hay algo simple y natural

que ya existía antes del cielo y de la tierra,

y continúa presente, sin cambiar de forma,

aun cuando no puede ser medido.

Su virtud es suprema y su dirección es: adelante.

Seguir adelante significa: ir lejos.

Ir lejos significa: retornar al origen.

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