La familia, célula fundamental

La familia, célula fundamental


Por: Carlos A. Medina R.
Todo estudiante de sociología aprende que la unidad básica de una sociedad es la familia; no puede existir un país cuando existe desintegración de la familia o esta no se conforma. Las naciones en donde esta básica unidad social se ha consolidado por razones religiosas o político ideológicas son las que van a la cabeza del mundo. En donde no existe la familia como tal, la sociedad conformada por todos sus habitantes no podrá enfrentar las luchas presentes y futuras; es por esa razón fundamental que en la organización de la sociedad antigua y moderna, la familia es la “célula madre”, sin la cual no puede existir una nación.

El futuro y posible vicepresidente de los Estados Unidos el senador Timothy Kaine, compañero de fórmula de Hillary Clinton, en su época juvenil permaneció por dos años en el Centro Loyola de El Progreso manejado por los jesuitas, y según sus propias manifestaciones, allí aprendió los tres pilares fundamentales de su vida: “fe, familia y trabajo”, que los manifiesta en el idioma de Cervantes en una forma convincente en sus discursos. Sus triunfos en la vida, desde ser alcalde de su ciudad, gobernador y luego senador demócrata, están ligados a esa extraordinaria triada que él orgullosamente recita.

Los hondureños que a veces despreciamos la tierra que nos vio nacer, o no creemos en nuestras propias fortalezas, y más bien hacemos hincapié en nuestras debilidades, que tratamos de destruirnos como individuos, desconfiando uno del otro, tratando de desunirnos para que el molote que con nuestros decires formamos, no nos permita avanzar un paso adelante, a veces no comprendemos que lo que aprendió Tim Kaine en Honduras y que lo ha hecho triunfar, es precisamente lo que nosotros necesitamos: tener fe en nosotros mismos, consolidar nuestras familias y trabajar, trabajar y trabajar.

Hasta el momento no ha caído en mis manos un estudio profundo de la familia hondureña, y la información que poseo no es completa ni trae todos los ingredientes para saber dónde estamos; sin embargo, sí podemos ver la realidad de la familia catracha, no solo en las áreas urbanas, sino que también en el campo. Y lo que vemos, y talvez no basado en un estudio profundo, es un alto porcentaje de unidades familiares desintegradas, con un alto nivel de familias conformadas por madres solteras, con abundantes hijos y con ausencia del padre en dichas familias.

No somos únicos en el mundo; es un problema histórico que empieza en América Latina con la venida de los conquistadores españoles, que llegaron a nuestra tierra solteros y formaron uniones con diferentes mujeres aborígenes, dando origen a nuestro mestizaje. Esta relación histórica es opuesta a la venida de familias inglesas a las colonias británicas en Norteamérica, en donde la mayoría de inmigrantes estaba conformada por familias integradas, con uniones legales básicamente amalgamadas con ingredientes religiosos.

Lo importante y deseable en toda familia es tener un padre y una madre que se juntan para la creación de nuevos seres, que serán protegidos y educados bajo una sombrilla única que inyecta valores religiosos de fe y trabajo, y preferiblemente que tenga un substrato religioso de cualquier índole para que los retoños aprendan los pilares de la cultura hebreo-cristiana, basadas en las Tablas de Moisés. Precisamente esos fueron los ingredientes que aprendió Tim Kaine en el Centro Loyola de los jesuitas en El Progreso. Y el resultado lo tenemos en un hombre sinónimo de éxito.

Las iglesias hondureñas en los últimos años se han dado cuenta de la necesidad de consolidar la familia, porque si no lo hacen habrán perdido la batalla de su objetivo en nuestra tierra. Anteriormente los pastores y presbíteros de las iglesias le daban la espalda al problema; ahora con los pies en la tierra están tratando desesperadamente de buscar el porqué la célula fundamental de la sociedad que es la familia, debe ser consolidada con principios y valores para que la nación camine por sendas de fe y trabajo, guiadas por los valores éticos, morales y religiosos, los cuales hemos manifestado anteriormente.

El papel del gobierno debe ser educar a las futuras generaciones para que estas conformen familias sólidas, que tengan fe en Honduras, que le tengan amor a la patria que los vio nacer, y que el trabajo limpio y honrado constituya el carburante que sostiene el progreso de esa familia y de toda la nación. No hablamos de una teocracia; hablamos que los valores contenidos en las Tablas de Moisés fueron dados por el Supremo Creador del Universo para que los humanos no viviéramos como animales, sino precisamente como seres humanos productivos y ejemplares.

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