EL DEBATE Y LA POLÍTICA

EL DEBATE Y LA POLÍTICA


Editorial La Tribuna
ES una pena que los problemas que realmente afectan el diario vivir de los hondureños no sea, para nada, objeto de las entrevistas, de las intervenciones en los foros de opinión pública de la clase política del país. Ellos están entretenidos en la hojarasca sectaria y sobre eso versa el alegato cotidiano, adornado por los insultos de rigor. El debate nacional versa sobre la intríngulis de la reelección, el manoseo de las reformas electorales, “la trenza”, o cualquier otro asunto que divague, con tal que no demande más que un conocimiento muy superficial de las cosas. Nada que requiera estudio, análisis o lectura. (Huy, qué pérdida de tiempo, leer libros, columnas de opinión, algún texto de referencia, si eso es para intelectuales sin oficio, costumbres viejas ya en desuso, nada divertido hoy con tanta tecnología para “chatear” y matar el ocio).

¿Qué tan frecuente el amable auditorio ha escuchado a alguno de ellos plantear alguna propuesta que ayude a mitigar la angustia que sufren las grandes mayorías atribuladas? ¿Hablar sobre la mediocre calidad educativa, la precaria salud, las condiciones miserables en que viven cientos de miles de compatriotas de los sectores vulnerables, las masivas migraciones por inseguridad o porque no encuentran trabajo y, que la Providencia los guarde, ofrecer alguna sugerencia que ayude a romper ese círculo vicioso de la pobreza? ¿Qué tan seguido escuchan a esos dirigentes de los partidos –tradicionales, de nuevo cuño, desprendidos de los viejos o antisistema– plantear algún razonado pensamiento, alguna luz visionaria orientada a mejorar la difícil situación que el país atraviesa? ¿Siquiera que contribuya a ventilar aire fresco para disipar ese mal humor que flota en el ambiente –mucho de ello atribuible a la forma grosera como se tratan unos a otros– prescindiendo de las ofensas, los insultos, las acusaciones pueriles, del vocabulario de muladar que tan espontáneamente les sale y, en cambio, deleitar al público con un debate útil y constructivo?

Pues bien, si los males inveterados que afligen al país están tan arraigados y discutidos hasta la saciedad, que no merecen mayor atención de parte de ellos, hemos querido animarlos en asuntos más actualizados. Digamos el efecto que tendrá en las actividades del campo ahora que están por extinguirse las cláusulas de salvaguarda de la agricultura, incluidas en el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos. Hoy es cuando se verán las consecuencias de la poca habilidad de los negociadores criollos que, por proteger la maquila –lo cual estuvo bien hacerlo– poco les importó defender a los que viven de la agricultura. Con esos métodos arcaicos de cultivar la tierra, el escaso financiamiento, el cambio climático, eso va a golpear a agricultores y campesinos, aparte que toca la canasta básica del pueblo hondureño. O bien interesarlos a que aborden, digamos, lo relativo al alza de los precios de todos los bienes esenciales importados cada vez que los burócratas del Bantral –siguiendo instrucciones del FMI– devalúan la moneda. Ya sobrepasó el pico de los 23 lempiras por 1 dólar, todos los días la deprecian más, centavo por centavo, como la gota aquella con que torturaban en el Castillo de Omoa. Sin embargo, a ninguno de ellos parece interesarle el rosario de temas que consternan a la población ni sienten motivación alguna de interceder por el pobre pueblo pobre.

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