Diabesidad, una dulce epidemia
Diabesidad, una dulce epidemia
Francisco A. Gómez
Bajar de peso y estar más saludables son las resoluciones principales de Año Nuevo en la mayoría de las personas. Pero estas resoluciones se van dejando de lado conforme avanza el año y otras situaciones familiares, hijos, vida social, toman mayor importancia.
Silenciosamente hay una condición de salud pública que día a día empeora. Ya tiene características de epidemia y a pesar de las campañas informativas que se realizan tienen poco impacto en la magnitud creciente de la misma.
Tiene un nombre compuesto pero que revela su importancia. Dos nombres que unidos reflejan una trayectoria. Se llama DIABESIDAD, un término usado por la OMS para describir esta nueva relación entre diabetes y obesidad.
Se calcula que en la actualidad existen en todo el planeta 190 millones de diabéticos y para 2030 la cifra alcanzará 333 millones. Para el año 2030 será la segunda causa de muerte en América Latina, mientras que el Sida ocupará el cuarto lugar. La enfermedad duplicará el impacto en A.L. Según la OMS, del 5% de las muertes que causa actualmente, pasará a causar el 10%.
La diabetes es una enfermedad en la cual los niveles de glucosa en la sangre están por encima de lo normal, a un punto que puede causar daño a órganos y tejidos, siendo las complicaciones principales la pérdida de visión que puede llegar a la ceguera, el compromiso de los riñones que pueden fallar totalmente, requiriendo diálisis o trasplantes, la afección de vasos sanguíneos que puede llevar a perder miembros inferiores, el compromiso del corazón con enfermedad coronaria e infarto agudo y la afección cerebral.
La prediabetes es una condición en la cual los niveles de glucosa están por encima de lo normal pero no lo suficientemente altos para ser considerados como diabetes. Pero es importante saber que si no toman medidas drásticas, las tendencias actuales indican que el 30% de las personas con prediabetes desarrollarán diabetes Tipo 2 en un lapso de 5 años.
Es un futuro descorazonador, máxime porque se trata de un problema de actitud.
La obesidad, la principal causa de diabetes Tipo 2, es el resultado de la incapacidad de las personas de controlar lo que comen. El consumismo ha situado frente a los ojos de las personas una diversidad de comidas y postres que hacen muy difícil resistirse a la tentación de comer alimentos que lejos de nutrir, enferman. El negocio de las comidas, no de los alimentos, genera riqueza.
En el diseño original del ser humano, allá cuando la Divinidad quiso manifestarse, se nos dotó de un páncreas productor de insulina que es la encargada de introducir el azúcar del torrente sanguíneo dentro de las células. Y la diabetes es en la mayoría de los casos la producción insuficiente de dicha hormona por el páncreas.
Pero hay que ser claros que en el momento de ese diseño original, los seres humanos comíamos frutas, hierbas y vegetales y carnes crudas. El páncreas se bastaba para esta función. En la actualidad comemos de otra forma. Los carbohidratos (que en el organismo se transforman en glucosa) y azúcares, son el alimento preferido de jóvenes y adultos. Son más fáciles de obtener y más sabrosos. Las llamadas “comidas rápidas” han venido a solucionar un problema en la mayoría de los hogares. Al alcance de una llamada telefónica tienen en tiempo récord en la puerta de su casa una oferta impresionante de alimentos preparados exclusivamente con carbohidratos refinados (que son aún más dañinos), mantecas añejadas y dulces en la forma de pasteles y helados.
La biología del ser humano no ha cambiado. El páncreas y su función sigue siendo la misma. Lo que ha cambiado es la oferta de comidas dañinas y la falta de voluntad de las personas que se dejan dominar por el más básico de los deseos como ser el hambre. El páncreas se ha visto sobrepasado en su capacidad. No fue diseñado para tanto. Y si a esto sumamos la vida sedentaria, con una ausencia total de ejercicios a la cual ahora estamos acostumbrados, la situación se complica más porque se ha demostrado que aquellas personas que acumulan más grasa en la cintura son las más propensas a padecer diabetes.
Y el ejercicio regular ayuda a bajar de peso y disminuye los azúcares en la sangre.
Es una enfermedad que antes se esperaba se presentara en la gente de edad avanzada, pero en la actualidad cada día se ve más en jóvenes. Ellos son los más propensos a comer desordenadamente, en la abundancia actual de sabores, tamaños, combos y tipos de comidas. En nuestros tiempos de niñez y adolescencia no existían comidas rápidas, comíamos en nuestras casas y hacíamos mucho ejercicio en nuestros centros de estudio. La mayoría de los estudiantes eran delgados. El obeso era el raro. En la actualidad, es más común ver jóvenes obesos que delgados. Ya es tiempo que en las familias se tome en serio esta epidemia.
Está sucediendo por comodidad, por falta de compromiso de los padres y por irresponsabilidad de esos adultos jóvenes que sitúan la satisfacción del hambre como uno de sus más atesorados propósitos.
Se necesita el concurso de todos, personas, familias, gobiernos para detener esta epidemia que se agiganta exponencialmente día a día. Pero sin el concurso del Ser Humano, sin su compromiso personal, tomando la responsabilidad de su propio bienestar, esto no se detendrá y podríamos llegar a la situación de que en cada hogar exista un diabético. El cuerpo es y seguirá siendo el héroe. Apoyémosle, no abusemos de su grandeza.
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