Estudiantes politizados en la UNAH

Estudiantes politizados en la UNAH


Por Jaime Martínez Guzmán

La inmensa mayoría de los estudiantes de nuestra Universidad, aunque silenciosa, no está de acuerdo con las acciones que una minoría de estudiantes encapuchados ha realizado, tomándose por la fuerza, los edificios de aulas, impidiendo su acceso a ellas y consecuentemente al servicio de clases, esto en flagrante violación de los derechos, de esa mayoría, propiciando desajustes académicos irreversibles y pérdidas económicas a los padres de familia, a la Universidad y al Estado.

En estos estudiantes y particulares que se encapuchan, tal cual lo hacen los delincuentes, se percibe en su hablar y actuar que están siendo manipulados por aquellos que están siempre “en contra de los que están a favor y a favor de los que están en contra”, grupos políticos de izquierda, cuya estrategia es tomar de nuevo la Universidad, para que esta sea fuente de fortaleza desestabilizadora de la democracia. Grupos políticos de izquierda manejaron la institución en forma desastrosa en décadas pasadas, siendo corriente el adoctrinamiento ideológico en varias asignaturas de los estudios generales, parlantes a todo volumen con mensajes y canciones “revolucionarias” por parte de los movimientos estudiantiles a su favor y al de frentes guerrilleros de Centroamérica, con profuso despliegue de manteados y banderas, despilfarro financiero y despreocupación por la calidad académica.

En cuanto al conflicto actual, su estrategia se inicia con la oposición a la aplicación del 70% como índice de aprobación, considerando que ello sería una bandera facilitadora para conseguir muchos adeptos. Ante esa exigencia, las autoridades universitarias, dados algunos argumentos presentados, resolvieron favorablemente que la medida se aplicaría hasta el año 2018, quedando vigente el 65% ya aplicado.

Inmediatamente que esto se consiguiera, los estudiantes encapuchados agregaron una demanda más, por cierto ridícula por improcedente: la derogación de las normas académicas. Al plantear esta exigencia los estudiantes encapuchados o son víctimas de “lesa ignorancia” o quieren que el conflicto no se resuelva. Saben que las autoridades universitarias no pueden ni deben ceder a esa exigencia y dar paso a la anarquía. Ni un centro escolar primario puede concebirse sin reglas que deban seguirse para su adecuado funcionamiento. Si las normas académicas de la UNAH llegaran a derogarse como se exige, de hecho, que Honduras sería objeto de otro predicamento negativo en el concierto internacional, con una universidad sin rumbo.

La estrategia va más allá cuando ya los protagonistas del conflicto hablan de la renuncia que según ellos, debería presentar la rectora, licenciada Julieta Castellanos. Y lo han dicho no solo los aleccionados estudiantes encapuchados, sino que un dirigente y diputado del partido LIBRE, en un foro televisivo y representantes de grupos izquierdistas de derechos humanos, estos que no ven la prioridad de estos derechos para todo un conglomerado y lo hacen para partes mínimas que actúan negativamente. Estos son de los mismos grupos, cuyo principal afán es denigrar a nuestro país en el extranjero.

Ojalá que la UNAH vuelva a la tranquilidad, necesaria para que la institución siga avanzando en su progreso integral. Ojalá que los estudiantes que han sido manipulados por ofertas de puestos políticos, comprendan que los objetivos que se proponen, si son justos y legales, pueden ser presentados dentro de la institucionalidad y no por medio de acciones de fuerza. Deben saber que todo hondureño tiene derecho a la protesta pacífica. Una toma de instalaciones impidiendo que en ellas se lleven a cabo las actividades normales e irrespetando el derecho de la mayoría, no es una protesta pacífica, es hasta un acto ilícito, máxime cuando se causan daños en ellas. Daños que si no son verificados por autoridad competente, pueden ser reparados a las autoridades.

Ojalá que las autoridades universitarias, al volver a la tranquilidad, puedan de alguna manera, aliviar el perjuicio evidente que se ha hecho al calendario académico y que sean menos las carreras y estudiantes que sean afectados. Será importante, nos parece, una buena disposición de los claustros de profesores en la recuperación del tiempo perdido.

Nos dio lástima de un jovencito encapuchado que, como un estribillo, manifestaba en entrevista cuando salía del desalojo policial en San Pedro Sula: “La lucha apenas comienza, vamos por la destitución de la rectora, nos tomaremos la universidad, nos lanzaremos a las calles y si es necesario paralizaremos el país”. Qué bonita lección, en la manipulación, ha aprendido este muchacho.

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