Cobros, pobreza y atraso

Cobros, pobreza y atraso


Por: Juan Ramón Martínez
El principal obstáculo para el crecimiento económico, para el desarrollo integral, han sido los gobiernos. En la medida en que, sus intereses se han contrapuesto con los de la población, ha impuesto los suyos, creando pobreza y miseria. Los españoles, una vez consolidada la conquista, establecieron como medio de dominación, el tributo. Las comunidades indígenas, fueron entregadas a los “encomenderos” los que, –muchos de sus descendientes, siguen gobernando al país, ganando elecciones y creando obstáculos para el desarrollo de la iniciativa privada–, dos veces al año, cobraban el tributo. En especie. Con lo que se enriquecieron las primeras familias, muchas de las cuales dilapidaron los recursos. Y terminaron perdidos en el polvo del olvido. Por otro lado en las zonas mineras, los cobradores del “quinto real”, le robaban a los mineros, así como al rey que vivía en Madrid. Inauguraron la corrupción e instauraron la burocracia como fórmula para obstaculizar la iniciativa de los particulares. Y frenar el progreso y el desarrollo. En el período republicano, del cual cumpliremos 200 años en la mayor indiferencia, inventaron la revuelta armada, para descapitalizar la sociedad, destruyendo el ahorro colectivo y apropiándose de los bienes acumulados por el trabajo de los particulares. O en varias oportunidades –caso de Santos Soto que se pasó a los verdugos y terminó en dos oportunidades, siendo beneficiario de las compensaciones que todos debíamos pagar por los excesos de los “revolucionarios” delincuentes armados y con una bandera de color diferente, para que no les confundieran– los asaltantes de un grupo que después se llamaron partidos, se turnaban para dilapidar la capitalización originaria.

El desarrollo económico y el bienestar social en Occidente, empezó con la destrucción del estado feudal. La revolución francesa, rescató la superioridad del individuo sobre el poder establecido y rompió de tajo su origen divino. La ilustración puso teóricamente las cosas en su lugar; e hizo del crecimiento económico y del surgimiento del capitalismo, la justificación de la acción individual. Obligando a los cobradores de tributos que se justificaran, en la medida en que contribuían para producir la riqueza de donde sacarlos. Tan es así, que los impuestos, se llaman así porque, jamás fueron voluntarios. Y casi nadie quiere pagarle a una casta improductiva que vive del sudor de la frente ajena. Por ello, tuvieron que inventar que el pago era legítimo cuando estaban al servicio de quienes producían bienes y servicios de donde sacarlos. En el caso de Honduras, dos cosas han conspirado con el bienestar de la población: el crecimiento del gobierno y su voracidad ilimitada y creciente; y la centralización abusiva, de forma que se mete en todo, pretendiendo controlar todo, decidiendo todo y afectando todo. Con lo que paraliza la iniciativa de los particulares que son los productores.

El Presidente JOH ha anunciado como una bendición del cielo, la emisión de un nuevo Código Tributario que, me han dicho, es una copia del de Ecuador que tardaron cinco años en aplicarlo; pero que por razones obvias, aquí tienen que ser más diligentes. No lo he leído. A los empresarios que acompañaron a JOH no les veo pinta de representar al país que queremos. Parecen miembros del capitalismo de compadres que domina todo. Por lo que, como es natural, tengo mis dudas. Algunos colegas me han dicho que el gran cambio introducido es que no cerrarán las empresas por razones tributarias; pero perseguirán los bienes de los socios. Cuando he preguntado por los derechos de los trabajadores –más allá de las prestaciones que son un populismo engañoso– no han dicho que el gobierno asuma la obligación de mantener operando la empresa, a fin que no cierre para no aumentar el desempleo. Las declaraciones de quiebras, no son como en Estados Unidos, un esfuerzo destinado a recuperar la situación de iliquidez, porque al gobierno, lo único que le interesa es que le paguen. Los trabajadores no importan.

El viernes, hice una glosa de las declaraciones del embajador de Corea del Sur. Al releerlas, veo que ninguna –o casi ninguna de ellas– se aplica aquí. La razón es sencilla: allá, el crecimiento económico era el fundamento para la existencia de la nación; aquí, en cambio el no crecimiento es la oportunidad para que se fortalezca el gobierno. Los pobres son los votantes que les sostienen en el poder.

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