Trascendente e intrascendente
Trascendente e intrascendente
Por: Benjamín Santos
Tanto en la vida personal como la colectiva es difícil diferenciar en el momento oportuno   lo que agota su importancia en corto tiempo y lo que trasciende más allá del día día para insertarse en los anales de la historia. LA TRIBUNA  ha venido editorializando sobre  que gastamos mucho  tiempo y energía debatiendo  lo efímero y pasamos por alto lo  más importante. Nos entretienen los hechos y dichos  que no tienen importancia  y luego nos toman por sorpresa las consecuencias de los hechos que debimos haber previsto o analizado más a fondo. Quizá a eso se referían las generaciones  anteriores cuando decían  que entre  nosotros el plomo flota y el corcho se hunde. Recordemos  cómo recientemente  el debate público se  centró varios días en el pleito entre un exasesor de la Presidencia y un académico  nacional. Costó que el escándalo saliera de la agenda de los medios de comunicación y de la conversación diaria  de los compatriotas mientras a otro nivel se acentuaba la controversia  sobre el conflicto en la UNAH que al fin va camino de solución y sobre la reelección.
En nuestra vida personal nos pasa algo parecido.  Me ha salido un granito en el pómulo derecho decía un tío mío y murió de cáncer en la cara  sin que al principio le haya dado mucha importancia al asunto. Tengo una tos que no me deja -dice otro- y resulta ser la  manifestación de un problema más grande.  Todo se explica en uno y otro caso por nuestra falta de conocimientos para diagnosticar adecuadamente tanto las enfermedades como los acontecimientos sociales y políticos. ¿Habrán previsto los que dieron el golpe de Estado de 1963 lo que como pueblo íbamos a pagar por habernos apartado del camino democrático y habernos lanzado  a la lucha entre comunistas y anticomunistas que caracterizó la guerra fría?   ¿Sabrán los que ahora promueven o adversan la reelección, la trascendencia que para nuestro futuro tendrán sus actuaciones actuales? ¿Habrán estado conscientes de sus actuaciones quienes promovieron la cuarta urna  que dejó de ser cuarta  cuando se trasladó a junio  lo que debió haberse realizado  en noviembre y quienes detuvieron la maniobra con un golpe o como quiera llamarse la destitución de don “Mel” Zelaya como presidente de la República?
A veces nos pasa por falta de conocimientos científicos  para relacionar  los hechos actuales con sus consecuencias a futuro o las causas con sus efectos, relación que no es tan fácil de establecer. ¿Sabrán los norteamericanos de USA las consecuencias  que traerá a su país en lo interno y externo votar  por uno u otro de los candidatos que  ahora se disputan la Presidencia de la República en un ambiente de mucha polarización? ¿Hubieran podido prever los venezolanos  que Chávez con toda la rusticidad de su liderazgo iba a terminar con su muerte por cáncer y que iban a terminar en las manos del más inmaduro de quienes pudieron sucederlo? Si el futuro pudiera apreciarse como en una bolita de cristal, ningún pueblo se equivocaría.
Lo que pedimos y esperamos anda más es que hagamos un esfuerzo por separar lo trascedente de lo efímero y que le dediquemos el tiempo y el esfuerzo  que merece el análisis de lo que va más allá del día día. Ya sabemos lo que nos conviene: reforzar la estabilidad política, promover la educación con orientación a la investigación, velar por la salud de nuestros pueblo combatiendo y previendo las epidemias que nos azotan, dedicarnos a la conservación  y mejoramiento del medio ambiente, promover una imagen internacional positiva de nuestro país  destacando en los medios  lo bueno que nos ocurre y no lo peor, aunque lo contrario vuelva más vendible el medio y atraiga más publicidad, fortalecer nuestra  autoestima como nación y pensar siempre  en las futuras generaciones. Teniendo esto presente, nos interesará menos el pleito entre Marvin Ponce  y su contrincante, nos ocupará menos la chismografía política, dedicaremos menos tiempo a denigrarnos unos a otros, los políticos tomarán conciencia de que son los conductores de este barco que se llama Honduras  y no una bola de borrachos que se pelean unos con otros por otro trago de poder.
En la vida personal  sabremos diferenciar lo trascedente de lo contrario si tenemos una agenda para nuestra corta vida que incluya nuestros deberes para con la familia y con la nación, en interrelación estrecha. ¿Estamos?

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