‘Patria o muerte’
‘Patria o muerte’
Por: Carlos A. Medina R.
Cuando los cinco comandantes de la revolución cubana llegaron a la Plaza de la Revolución en la ciudad de La Habana, volvieron a repetir su famosa frase “Patria o muerte”, que fue su grito de batalla desde que se internaron en la Sierra Maestra hasta el momento en que derrotaron al exdictador Fulgencio Batista, y este salió huyendo hacia España. Llenos de gloria y de admiración por el pueblo cubano, celebraron inicialmente un te deum en la catedral de La Habana y luego escucharon una arenga del comandante Fidel Castro de cuatro horas en la Plaza de la Revolución.
La revolución “verde olivo” y del color de las palmas, como lo decía Fidel, no era ni de derecha ni de izquierda, pero al aceptar meses después que su revolución era marxista-leninista, el pueblo cubano decía que la revolución era “como una sandía, verde por fuera y roja por dentro”, y se convirtió en una pesadilla para la nación antillana, pues allí feneció la democracia; aquellos que no aprobaban esa conversión al marxismo, fueron calificados como traidores, condenados y encarcelados.
Huber Matos, uno de los cinco comandantes, fue el primero en cumplir una condena de 20 años en la prisión, por disentir del propósito de la revolución.
Quizás la frase “Patria o muerte” que al principio era como un llamado al pueblo cubano, se convirtió en los primeros dos años en muerte para más de 1,500 fusilados y para otros miles que terminaron en la cárcel y murieron decepcionados de haber participado en una lucha en la que fueron traicionados, no solo ideológicamente, sino que moralmente. La muerte fue quizás más importante que la patria, pues no hubo campo para contradecir al comandante Fidel: lo que él decía el pueblo tenía que hacer, y el que no seguía sus pautas terminaba encerrado o enterrado.
El jueves por la noche oímos y vimos en la televisión las expresiones y las palabras “del comandante vaquero”, el expresidente Manuel Zelaya Rosales, quien usó la famosa frase “Patria o muerte”, y le pidió a sus correligionarios “sacar las AK 47” para defender el futuro triunfo de su partido Libertad y Refundación (LIBRE), para que este no le sea arrebatado por “el dictador Juan Orlando Hernández” en el futuro evento electoral, en el cual Manuel Zelaya Rosales, aceptando la reelección, disputará con el Presidente Hernández y lo derrotará en las urnas, como él lo ha manifestado.
Por la alborada que anuncia “Mel” Zelaya, nuestra nación está a punto de entrar en un proceso revolucionario, en donde correrá la sangre y morirán todos los adversarios a sus ideas y propósitos de ser reelecto presidente. En otras palabras, si no gana en las urnas, las AK 47 en manos de sus correligionarios sonarán su tableteo y caerán todos aquellos que no optaron por llevarlo al poder. Talvez, para hacer más melodramáticas sus intenciones, debería llevarse a todos sus correligionarios a las montañas de Celaque, y el día de su triunfo, tomarse la ciudad de Gracias, cuna del Presidente Hernandez, y desde allí proclamar el triunfo de sus huestes.
Parece increíble que en este primer cuarto del siglo XXI estemos hablando con el idioma de los revolucionarios cubanos de la mitad del siglo XX. El socialismo de “Mel”, empapado más bien de un populismo de izquierda y con el lenguaje trillado de los revolucionarios de antaño, salpicado con el socialismo del siglo XXI del comandante Chávez, es un anacronismo ideológico que no solo ha sido un fracaso en todos los países en donde se ha aplicado, sino que es el principio del fin de la democracia y de cualquier intento de superación de los pueblos, pues es el creador de la pobreza más grande que una nación pueda tener. Venezuela es el ejemplo clásico en estos momentos.
Los hondureños nunca hemos gozado el placer de vivir en un país rico, pues no lo somos; no hemos sido emprendedores, a pesar de tener tantos recursos naturales, y aunque somos conocidos en estos momentos por ser un país violento con diferencias abismales entre los diferentes estratos sociales, sí estamos seguros que un pequeño porcentaje de la población hondureña acuerparía una revolución sangrienta, que no nos conduciría a nada, sino que a dividirnos más y a destruir lo poco que tenemos.
El subcoordinador de LIBRE, el diputado Esdras A. López, le pidió perdón al pueblo hondureño por las palabras manifestadas por el coordinador general de dicho partido, el expresidente Zelaya. Estamos seguros que muchos de sus correligionarios con dos dedos de frente, no están de acuerdo por lo expresado por “Mel”, pues Honduras necesita más que un derrame de sangre, paz, tranquilidad, trabajo, seguridad y progreso.
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