Política y políticos en tiempos de JOH
Política y políticos en tiempos de JOH
Por Marcio Enrique Sierra Mejía
A Juan Orlando Hernández (JOH) le ha tocado gobernar bajo condiciones sociopolíticas más agudas que las vividas en el siglo XX porque en el siglo XXI, las luchas sociales y los levantamientos populares, están entremezcladas con la embestida narcopolítica y su secuela de infiltración y contaminación corruptiva en los aparatos de seguridad nacional y de algunos segmentos de la sociedad empresarial y de la sociedad política.
Aunque respeto la premisa de que cada tiempo tiene sus propias especificidades, en este tiempo de JOH, al compararse con los gobiernos anteriores, la realidad se percibe mucho más embrollada debido a la existencia de procesos políticos-sociales de naturaleza narcopolíticos, nunca antes enfrentados, con la convicción gubernativa que demuestra JOH.
En la actualidad, la política no solo tiene que ver con enfrentar la extrema pobreza y la vulnerabilidad de ciertos segmentos sociales, la desocupación, el hambre, el analfabetismo, las enfermedades curables que se enseñorean por los campos empobrecidos y los barrios marginales de las ciudades más altamente urbanizadas, la estabilización macroeconómica para atraer inversiones, la mejoría de los ingresos de las masas trabajadoras asalariadas y campesinos pobres y la correcta funcionabilidad del mercado para propiciar un clima apropiado para hacer crecer la economía bajo condiciones de inclusión económico sociales y justicia social. También, la política tiene que ver con enfrentar inteligentemente a los carteles del crimen organizado que han atrapado con sus tentáculos a políticos y empresarios en sus redes de acumulación de capital ilegales.
Pareciera como que si los políticos de la oposición han adoptado una actitud de conveniente discrecionalidad o mejor dicho de temerosa y oportunista posición política, dejando al Presidente, solo para contrarrestar a los nuevos capitalistas del tráfico de drogas, personas y lavados de activos. No se oyen ni se leen posturas claras ni críticas constructivas ante tales desafíos que enfrenta el Estado de Honduras.
La problemática del capitalismo actual ya no solo tiene que ver con la embestida doctrinaria neoliberal sino que con las modalidades de acumulación ilegales asociadas al narcotráfico de drogas, el lavado de dólares a escala global, y de ciudadanos que operan en nuestro ámbito territorial, acumulando riqueza en la oscuridad. Y que aumenta la desigualdad, el conflicto político y la inestabilidad económica.
Hoy, Honduras es un digno ejemplo de que sí es posible cambiar esa realidad de opresión, discriminación, saqueo, criminalidad e injusticia que ha invadido nuestra nación. Sin embargo, los políticos contrarios al gobierno viven un vacío de oposición. Es decir, los partidos no están cumpliendo con la misión de dar una crítica edificante sino que se han convertido en factores perturbadores y no en contrapesos para lograr un estado de derecho democrático. Están realizando una oposición sin fundamentos sólidos y serios, quedándose al son del tono de los árboles y no de la arboleda. Tanto así, que han caído en sus propias telarañas y perdido el rumbo en el campo de competencia electoral.
Con la excepción de los socialistas marxistas que nadan contra la corriente, el resto de los partidos claramente contrarios al marxismo, no saben lo que quieren ni están planteando argumentos doctrinarios convincentes para enfrentar la compleja realidad que el gobierno de JOH está enfrentando. Ninguno de los probables contendores de JOH en una realizable reelección tiene clara la agenda a seguir para hacerle frente al estado de cuestiones que privan en nuestra sociedad. Los opositores al gobierno, están enredados en su propia maraña de envidias y ambiciones particulares tratando de sostenerse a flote a como dé lugar.
El gobierno de JOH, por más que quieran desacreditarlo, se ha convertido en una herramienta para emprender la necesaria reforma del Estado, y hasta donde sea posible, de la sociedad. Podemos observar que conducen al Estado hacia el impulso de cambios con coordinada previsión.
Obviamente, no es precisamente por el camino de un proceso revolucionario, pero si están actuando para alcanzar objetivos de transformación política y cultural, con decidida voluntad democrática que hacen ver a los nacionalistas como una fuerza progresista que sabe lo que quiere hacer políticamente.
Mientras que los partidos no marxistas hacen una oposición vacía que más bien busca impedir la concreción exitosa de las políticas económicas adoptadas por el gobierno, los marxistas están promoviendo el conflicto diario en donde haya cabida, con la convicción que tomando esa ruta de acción política, van a debilitar el liderazgo que tiene JOH.
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