El fantasma de la devaluación

El fantasma de la devaluación


Por: Julio Raudales
No hay un tema macroeconómico que provoque más espanto en la población hondureña que la devaluación.

Creo que el asunto deriva de la dependencia sistémica que prácticamente todos tenemos de las importaciones. Esta percepción es corroborada por los datos: Un simple vistazo a las cuentas nacionales que el Banco Central publica, nos muestra que por cada lempira que los hondureños producimos, 65 centavos se gastan en bienes importados, de ahí que al caer el precio nominal de nuestro lempira con respecto al dólar americano, todos los productos extranjeros se encarecen, lo cual afecta negativamente nuestra “felicidad”.

He descrito con anterioridad algunas de las causas y efectos que el “tipo de cambio nominal” tiene sobre el resto de las variables macroeconómicas. La baja productividad de bienes exportables, lo poco competitivo que somos en producir bienes que satisfagan la demanda de nuestros socios comerciales, la concentración que históricamente hemos tenido en vender materias primas y no bienes industriales y servicios de calidad, etc. Son algunas de las razones por las cuales nuestra balanza comercial persiste en ser deficitaria.

Debo recordar además, que las remesas familiares que nuestros compatriotas envían desde EUA y España, son el verdadero sostén de nuestro tipo de cambio nominal. Si no, ¡mire usted cómo el saldo de Reservas Internacionales Netas (RIN) que mantiene el Banco Central, prácticamente coincide con la entrada anual de divisas por concepto estas remesas!

En rigor, deberíamos levantar un monumento a nuestros compatriotas exiliados económicos, tal y como se ha hecho en El Salvador, ya que de no ser por ellos, el precio de la gasolina, la ropa importada, los medicamentos y los manjares extranjeros que comemos, costarían posiblemente el triple de su valor actual.

Pero, ¿por qué será que el precio del dólar americano ha experimentado un deslizamiento mayor a lo usual en los últimos meses?

Los medios de comunicación, incluidas las redes sociales, abundan en explicaciones y culpan a la actitud genuflexa del gobierno frente a la voracidad del Fondo Monetario Internacional, quien de forma abyecta y sin aparente justificación, pide a las autoridades que aceleren la devaluación si es que quieren que el acuerdo que firmaron con ellos en diciembre de 2014 mantenga su vigencia.

Pocas cosas más irracionales que la explicación anterior. Es muy importante que la ciudadanía comprenda de forma más rigurosa, por qué de este fenómeno, y aprendamos a valorar que cosas son las que debemos reclamar con mayor ahínco a nuestras autoridades.

La explicación que reina detrás de la aceleración en el deslizamiento del tipo de cambio en los últimos meses, yace en dos elementos cruciales: Por un lado, la desaceleración en el envío de remesas familiares, cuestión que debimos esperar con naturalidad, ya que es la consecuencia del asentamiento de los migrantes hondureños en el extranjero, con lo cual disminuye o cesa su envío de dólares, y por otro lado, el fuerte incremento que se observa en la demanda por importaciones, derivada de la implementación del Tratado de Libre Comercio con la nación del norte (CAFTA) y otras.

Voy a referirme a esto último, ya que casi nadie habla de ello. Luego de que en el 2006 se firmara el mencionado tratado, muchos productos estadounidenses empezaron a ingresar sin arancel a nuestro país, lo cual abarató su precio y por tanto aumentó su cantidad demandada.

Por otro lado, aunque el CAFTA representa una oportunidad fantástica para que los productores hondureños incrementen sus ventas hacia aquel país, no hubo nadie que se preocupara por diseñar y poner en marcha una agenda complementaria, que permitiera que nuestros productores mejoraran sus posibilidades efectivas de ingreso a aquel mercado.

Hay un tercer elemento que es crucial y me referiré a el con detalle en otra ocasión: Se trata del vencimiento de muchas de las cláusulas temporales de protección a la producción de ciertos bienes nacionales, que muy pronto caducarán y que de verdad representan un riesgo para nuestros empresarios. Si continuamos sin hacer nada al respecto, tendremos muchísimos problemas en el corto plazo.

Mientras tanto, sugiero que nos vayamos preparando para pagar más por nuestro consumo de bienes importados o nos decidamos a comprar menos de ello, porque el proceso de deslizamiento del lempira no lo detiene nadie.

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