La UNAH: Entre el autoritarismo y el relajo
La UNAH: Entre el autoritarismo y el relajo
Por: Benjamín Santos
No me refiero a la situación actual del Alma Máter, sino a su historia por lo menos desde la década del 60 del siglo pasado que fue  el período que viví personalmente. La lucha feroz entre las izquierdas y las derechas azuzadas por el conflicto centroamericano convirtió a la Universidad Nacional en un Campo de Agramante que en Orlando Furioso, la obra de Ludovico Ariosto, es un personaje que se destaca en la lucha entre sarracenos y las huestes de Carlomagno, de signo cristiano. Al amparo de la autonomía universitaria, entendida equivocadamente como soberanía o territorio liberado, se hacía y se deshacía en su interior en la lucha irracional entre tirios y troyanos como decía Alejandro Valladares en El Cronista.
Un recuerdo personal. Ingresé a la UNAH en 1964, un  año después de haber llegado de mi pueblo a trabajar como maestro, y quise algún tiempo después ingresar a uno de los dos frentes que se disputaban  el control de la Universidad mediante la paridad estudiantil. Me presenté a una asamblea del FRU y escuché un discurso espeso de demagogia por parte de un dirigente: “Yo soy revolucionario y me  rompo el pecho por la revolución, mis padres me han echado a la calle por mis ideas, pero no importa”. Yo vivía por casualidad cerca del negocio de los padres del revolucionario y sabía que estaba mintiendo. Después fui a una asamblea del FUUD y escuché a uno de los líderes vestido con atuendos militares y con pistola al cinto con un discurso virulento en contra del comunismo y del otro frente. Tomé la decisión de dedicar mi tiempo solo a estudiar. Con el tiempo pude ver que el revolucionario se casó con  la hija de un multimillonario  del país y dedicó su vida  a amasar  riquezas mediante el comercio. El otro, de quien  podía esperarse algo similar, llevó una existencia modesta y moderó su anticomunismo sin llegar a abandonarlo.
Durante la lucha revolucionaria en Nicaragua la UNAH se volvió un campo de lucha  entre simpatizantes del somocismo y del sandinismo con predominio de estos últimos. Era  imposible recibir o impartir clases, porque los parlantes a todo volumen y las manifestaciones lo  impedían. Los profesores se nombraban por simpatías ideológicas de izquierda  y de derecha sin importar lo más importante: la competencia y la idoneidad. Este ha sido el problema de siempre en la UNAH: la ideologización de los problemas académicos  y la injerencia de intereses político-partidarios.
Existe una teoría que se llama teoría pendular de la historia. Se quiere decir que cuando la sociedad avanza hacia un extremo la tendencia es que tarde o temprano  se regresará al extremo contrario. No creo mucho en esta teoría, porque niega el cambio y el avance de la sociedad y de la humanidad en  general a mejores estadios de desarrollo. El materialismo dialéctico de Marx sostiene lo contrario: mediante la lucha de clases la sociedad va superando etapas y creando nuevos modelos sin que haya retroceso. Lo que  vuelve difícil  la aceptación de ese proceso  es su concepción mecanicista y que cuando se llegue teóricamente a la sociedad comunista desaparece el proceso dialéctico. Me refiero a la concepción pendular de la historia, porque después de tanto relajo se volvió al extremo contrario: el autoritarismo, las decisiones impuestas desde arriba cuyo rechazo está creando las condiciones para volver al extremo contrario: a la anarquía, al relajo.
A la rectora actual le ha ido bien imponiendo el orden mediante un mando vertical con el auxilio de las autoridades de seguridad y cuidando de mantenerse en el marco de la ley hasta donde ha sido posible. Por la ley pendular ahora se quiere volver al extremo contrario, pero nos preguntamos: ¿Sería posible encontrar una vía alterna entre el autoritarismo y el desorden? Hay que reconocer que la sociedad hondureña en general carece de una cultura de diálogo, de acudir a la solución pacífica de las controversias, carece de una experiencia continuada de negociación de las soluciones a los conflictos. A los 16 años de su general siguió un par de gobiernos democráticos y luego volvimos por otra vía al autoritarismo. ¿Entonces?

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