La publicidad del riesgo

La publicidad del riesgo


DARWIN PONCE

"El que es inteligente ve el peligro y lo evita; el que es tonto sigue adelante y sufre las consecuencias” (Proverbios 22:3).

En el tiempo actual, no es difícil reconocer múltiples riesgos y peligros que nos acechan, incluidos los de orden financiero.

La inteligencia, contrapuesta a la necesidad de obtener dinero de manera fácil, debe ayudarnos a evitar caer en redes como las del engaño del crédito. En este sentido, debemos decir que los esfuerzos de los bancos y compañías emisoras de tarjetas de crédito por hacernos caer en las redes del crédito son inauditas.

Según el sistema bancario nacional, las tarjetas de crédito son productos financieros “de alto riesgo”, justificando soeces tasas de interés de hasta 74% anual. Sin embargo, el mercado de usuarios de estos productos ha seguido creciendo sostenidamente, así como crece la mora y el sobreendeudamiento de la familia hondureña. También han crecido de manera exponencial los montos de publicidad en todos los medios de comunicación tradicionales y no-tradicionales, invirtiendo cientos de millones de lempiras en un esfuerzo por atraer y ganar ese “riesgo”.

¿No es esta una enorme contradicción? ¿Invertir cientos de millones de lempiras en publicidad para llenarse de riesgos?

Justificar una inversión multimillonaria para echarse encima semejante cantidad de “problemas” representados en más de 700,000 usuarios, debería llamar la atención tanto de la Comisión Nacional del Bancos y Seguros, la Comisión para la Promoción y Defensa de la Competencia, así como del Congreso Nacional, que legisló sobre la Ley de Tarjetas de Crédito que urge ser revisada profundamente.

Mucha de esta publicidad engañosa induce a error, tiene restricciones, frases mágicas, etc. Todo con el propósito de atraer a los incautos. Nos parece que este pingüe negocio ha operado con una libertad más allá de lo que la ética o la ley le deberían permitir. Ellos alegan que nos movemos en una economía de libre mercado, pero no se tocan ninguna parte blanda cuando se trata de conculcar derechos básicos de la población al momento de echar a andar la maquinaria de cobranzas para azotar con enorme abuso al sobreendeudado cliente.

¿Serán tontos los socios de estos negocios en invertir cientos de millones de lempiras en publicidad para meterse en un gran problema? De ninguna manera. Los tontos somos usted y yo que les creemos a estos señores que una tarjeta nos permite hacer magia, o nos vuelve más interesantes, o con un mejor estatus social, que nos enseñan a despreciar el dinero contante y sonante, que nos dicen que las tarjetas son el futuro del dinero y un largo etcétera de promesas y frases bonitas. Tontos usted y yo que viendo el peligro seguimos adelante, para luego sufrir las consecuencias de nuestra avaricia.

El mejor consejo que podemos darle sobre este tema es que se vuelva inteligente y le meta la tijera a esa papada y ayude a estos pobres señores a minimizar el enorme riesgo en que se meten cada vez que entregan una tarjeta de crédito a un papo.

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