Hay hambre

Hay hambre


Editorial La Prensa

Hay hambre, y el bocado más apetecible tras la conclusión del segundo anillo de circunvalación, presentado en la publicidad oficial como modelo de obra de infraestructura para el desarrollo urbano y el mejoramiento en la calidad de vida de los sampedranos, es el área del acuífero y sectores aledaños, calificados de ociosos y en la mira de empresarios.

El tema, más que delicado, no es restringido a lo técnico, pues rebasa toda consideración al tocar la supervivencia de las generaciones venideras. Las reservas subterráneas de agua, nutridas por las corrientes del Merendón, llegan a decenas de miles de hogares que se van multiplicando con el aumento poblacional y la expansión urbana.

La prioridad, la consideración fundamental para el destino que se pueda dar a terrenos, no del núcleo ni de sectores aledaños con influencia en las reservas, es el agua, recurso natural, cada vez menor, necesidad vital para una población cada vez mayor. No hay que hacerse bola: si a la permanente presión sobre el Merendón en la parte vista desde la ciudad sumamos la puerta abierta primero a una zona que dicen no afectará, posteriormente a otra calificada de aledaña a la que se aplicará un reglamento, de cumplimiento ilusorio, quedará trazada la ruta para la intervención directa, en unos años, en la segunda fuente hídrica de la ciudad.

No faltará quien presente moción para que lo ocioso se convierta en fuente de riqueza, aunque se vayan secando las fuentes necesarias para la vida y se escuchen lamentos por la escasez, primero, reflejada en racionamientos y posteriormente, en ausencia del líquido en las llaves. No hay que ser profeta ni brujo.

En la misma edición de LA PRENSA, el miércoles, se da cuenta de los daños en la cuenca del Cangrejal en La Ceiba. Villanueva ya ha tenido este verano un aviso serio de lo que se avecina si no se recupera y protege la masa forestal cercana a las fuentes de agua. La capital debe ser un espejo permanente para no desear lo mismo o algo parecido.

En el Plan Maestro municipal habrá de colocar en las páginas correspondientes al acuífero, sobre el que se ha ido asentando ya una gran población, hacia el norte de la ciudad, la palabra agua, en letras mayúsculas para alertar que es una tema de supervivencia más que técnico; un asunto de interés humano más que de inversión y una responsabilidad hacia las generaciones venideras, cuya calidad de vida se verá afectada por la irresponsabilidad de las decisiones de hoy.

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