La devaluación monetaria

La devaluación monetaria


JORGE FLORES SILVA
Honduras mantiene una estructura comercial que presiona por bienes importados y sobre el tipo de cambio. Sus efectos son negativos para la sociedad en su conjunto, porque se cae ante un problema devaluatorio como modificación del tipo de cambio en términos de la moneda extranjera, generalmente el dólar, que el año 2015 cerró en alrededor del 4%.

Solo en la medida que se desarrolla la actividad productiva se puede lograr que haya estabilidad cambiaria como resultado de una economía fuerte. Aunque el problema es financiero, fundamentalmente es un problema de producción y las soluciones deben ser vistas no solo desde la óptica financiera, sino de la economía real. Es la economía la que da fortaleza a la moneda, para lo cual también se necesita una situación económica estable.

Honduras no tiene una economía integrada en virtud de que para producir bienes exportables también se vuelve necesario importar bienes intermedios o materias primas para producir los que hemos de exportar. Se podría decir que la depreciación de la moneda solo favorece a los exportadores porque por cada dólar recibido por efecto de los bienes exportados reciben más lempiras. Sin embargo gran parte de esas utilidades se disipan porque también importan bienes intermedios, insumos o materias primas para producir. El caficultor, para solo citar un ejemplo, exporta café, pero él necesita bienes de capital, necesita fertilizantes, pesticidas, fungicidas, bombas de fumigar, combustibles y otros bienes para producir el café, y estos bienes intermedios importados hay que pagarlos con dólares, por tanto también paga más lempiras por cada dólar importado.

Las causas de la devaluación monetaria son variadas, van desde la política fiscal o manejo de las finanzas públicas, hasta de origen externo, no olvidemos que desde el año 2008 las economías del centro han sufrido una fuerte crisis financiera de la cual todavía no logran recuperarse y con las que Honduras tiene fuertes vínculos. Para el caso, EE UU y Europa han estado experimentando un alto desempleo que ha reducido su actividad económica y, por lo mismo, bajado la demanda para nuestros productos de exportación. Aunque históricamente nuestra balanza comercial ha sido deficitaria, lo cierto es que los organismos de conducción económica de nuestro país han reportado que el año 2015 cerró con un decrecimiento de las exportaciones y si no fuera por el alivio que dan las remesas familiares, las presiones sobre el tipo de cambio serían mayores.

A lo anterior hay que sumar las causas relacionadas con la política fiscal, es decir, débil sistema tributario expresado en falta de disciplina fiscal, deficiencia en la recaudación que no ha podido evitar la evasión y el contrabando, así como exceso en el gasto y desigual distribución.

Con la depreciación periódica se podría estar expuesto a la caída de la demanda doméstica porque al incrementarse los costos para el productor este terminaría trasladando su impacto vía precios sobre el consumidor final, el cual vería reducida su capacidad de compra por la baja en el poder adquisitivo y de esta manera baja la demanda que ocasionaría caída en la producción y el empleo.

La devaluación, sea controlada, administrada o como instrumento de política cambiaria para el manejo del tipo de cambio, afecta a todos. Desde luego que el más perjudicado es el pueblo consumidor, los asalariados cuyos ingresos son en lempiras, la pequeña y mediana empresa nacional que recibe lempiras devaluados por la venta de sus productos, todo esto también incide sobre las finanzas del Estado porque se ven disminuidos los tributos.

El reto es estimular el ahorro para promover la inversión y el empleo, reactivar el agro como garantía para la seguridad alimentaria y así no tener que importar hasta lo que nos comemos. En fin, se necesita una economía de los austero y necesario en la que tenga primacía el ser humano.

*Economista y docente de la UNAH

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