Más allá del no

Más allá del no


Por: Marcio Enrique Sierra Mejía.  
El bloque democrático nacionalista liberal se impuso a la postura del “no” de los anarcos populistas socialistas y los derechistas del PAC. Esta postura política de oposición, la van a mantener frente a otros eventos que se producirán en la vida del acontecer político hondureño por venir a lo largo del 2016 y el 2017. Para la izquierda representada en LIBRE, el “no” al proceso de elección de los magistrados que integraron finalmente la nueva Corte Suprema de Justicia, significaba una estratagema cortoplacista con el propósito de obligar a los demócratas nacionalistas y liberales, a negociar espacios políticos que les beneficiaran en determinados intereses muy particulares. Empero, la realidad es que para el sector de izquierda lo que importa es la estrategia de largo plazo. Van buscando crear condiciones de crisis política para negociar un poder compartido previendo la inminente reelección de JOH. Los anarcos populistas socialistas al confrontar con el “no” y con otras acciones que cuestionaron la honestidad del proceso de elección de los nuevos magistrados, esperaban lograr cambios en la correlación de fuerzas políticas existente en el Congreso, atrayendo a su redil a diputados demócratas liberales. Por su parte, los seguidores del ultraderechista Nasralla, al desplegar una acción pancista u oportunista pésimamente conducida, malograron el objetivo de colocar parciales a favor de los intereses del gran capital y las empresas propiamente monopólicas cuyo poder de mercado es absoluto. Nasralla, encarna la voz de la élite burguesa de Honduras. Es una postura de naturaleza distinta a la del “no” que sostienen los de LIBRE. Para los anarcos populistas y socialistas lo crucial es crear condiciones que permitan la formación de un movimiento ciudadano a favor del cambio de la naturaleza burguesa del Estado. Para ellos, elegir a los magistrados no tenía una importancia política esencial, si así hubiese sido, seguramente hubieran movido los tentáculos para incorporar candidatos en la lista que fue sujeta de escrutinio por los representantes de la sociedad claramente dominados por un pensamiento democrático liberal nacionalista. Los sectores de izquierda buscaban arrinconar con el “no” a las fuerzas políticas centro derechistas y centro progresistas promoviendo el conflicto interpartidista, para golpear al Partido Nacional, propiciando una atmosfera política desfavorable, a los intereses políticos de los nacionalistas, que ya habían logrado pactar la integración del Poder Judicial bajo principios democráticos liberales nacionalistas. En este sentido, los seguidores de Nasralla se perdieron porque nunca tuvieron una clara perspectiva ideológica a favor del interés ciudadano en general, más bien dicho líder trató de imponer su propio interés. El “sí” no significa que la meta política de profundizar la reforma del sistema judicial se ha perdido. Por el contrario, esa meta se va a lograr pero siguiendo una ruta completamente alejada de la hegemonía ideológica socialista. Igual va a ocurrir con la nueva Ley Electoral que plantean se debe aprobar. En definitiva, los socialistas con su postura del “no” al nombramiento de los magistrados, desperdiciaron la oportunidad para propiciar “buenos arreglos políticos” que les hubiesen dado espacios políticos oportunos a sus intereses. La perspectiva de futuro de los socialistas, en el sentido de atraer a los liberales hacia una alianza política electoral, se ha reducido ostensiblemente o alejado objetivamente, y en términos de las próximas elecciones, su potencial electoral ya no será el mismo que demostraron en las elecciones del 2013.

Las condiciones políticas ahora que se produjo la elección de los magistrados han cambiado. El bloque democrático liberal nacionalista se ha afirmado y tiene la cacerola por el mango. El PAC quedó por fuera y los socialistas tendrán que meditar sobre su postura antagonista que reflejó una inteligencia emocional políticamente cuestionable. Sin embargo, aunque los demócratas nacionalistas y liberales superaron al “no” de LIBRE y la infantil postura del PAC, los demócratas liberal nacionalistas, van a enfrentar un movimiento ciudadano antagonista, que irá encaminado al debilitamiento de la imagen de JOH y, por ende, al posicionamiento electoral de los nacionalistas. En otras palabras, van a estimular una especie de desobediencia civil que provoque una ola ciudadana opuesta al gobierno y al Partido Nacional, por ende al bloque democrático liberal. Todo esto para ganar una posición política favorable a la hora de determinar los límites de una probable reelección que se ve venir. Si bien no hay un ambiente ciudadano totalmente favorable para conducirse hacia la reelección del Presidente actual, tampoco es que dicha opción: carece de apoyo. Es más fuerte el sí a la reelección que el no. Y ello porque los potenciales contendores de JOH en la arena de la competencia electoral, demuestran debilidades y falta de visión política necesaria para sostener el proceso de reforma institucional en el que estamos imbuidos actualmente. El liderazgo político del bloque democrático liberal nacionalista hay que consolidarlo. Los anarcos populistas y socialistas van a tratar de debilitarlo mediante una lucha ideológica política, en la que intensificarán la oposición a los cambios institucionales y de desarrollo congruente con la postura liberal nacionalista delineada. Para ellos se valdrán de ONG’s internacionales de izquierda que les darán auxilio para cuestionar la estabilidad macroeconómica alcanzada. Los demócratas liberales, mismos que han demostrado inclinarse hacia una postura progresista, no necesariamente deben caer en una postura antagonista con los nacionalistas por el asunto de la reelección y el cambio de la Constitución. Por el contrario, más les conviene consolidar el bloque democrático liberal nacionalista y buscar un acercamiento que les permita fijar los límites del cambio institucional. Los socialistas van a tratar de producir la división entre las fuerzas democrático liberales nacionalistas alrededor de la cuestión de la reelección y la aprobación de una nueva Constitución. Es decir, ¿será a través de una Asamblea Constituyente o sencillamente a través del Congreso Nacional vigente? Este dilema, es lo que marcará el debate inminente que va a emerger después de haber aprobado la integración de la nueva Corte Suprema de Justicia.



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