Paraísos fiscales

Paraísos fiscales


Por Roberto C. Ordóñez

Se llaman así a los países o regiones que aplican regímenes tributarios especiales, agilizan los trámites burocráticos y facilitan a personas o empresas de otras nacionalidades para establecerse en su territorio.

El uso del término anglosajón “offshore” se ha hecho muy popular para designar estos lugares y significa que están alejados de las costas o mar adentro. Por eso hay muchas islas en esta condición, y el término no significa necesariamente que las personas o empresas que operan allí sean ilegales, aunque la globalización del mundo y la velocidad de las comunicaciones se presten para muchas maniobras dudosas.

En Europa hay muchos paraísos fiscales empezando por Suiza, que con su hasta hace poco inexpugnable secreto bancario es la depositaria de grandes fortunas mal habidas. Ahora parece que el secreto bancario ya no es tan estricto, como los flemáticos y fríos banqueros suizos. También han sido famosos paraísos fiscales Luxemburgo; Letonia, Kosovo y otros.

En nuestras cercanías se han considerado paraísos fiscales países como Panamá y la mayoría de las islas del Caribe, sobresaliendo entre ellas las Bahamas y su capital Nasáu. Muchos bancos; compañías de seguros; fondos de inversión y muchas más, están establecidas en las Bahamas, que por eso son escenario de muchas novelas y películas en las que se mueven grandes cantidades de dinero no tan limpio que escapa o quiere escapar del pago de impuestos en sus países de origen.

Se habla mucho también de uno de los delitos de moda en estos tiempos, como es el lavado de activos o blanqueo de dinero proveniente del narcotráfico, que está guardado bajo siete llaves en las bóvedas de algunos bancos caribeños.

Pero no solo los países pequeños, pobres y carentes de recursos naturales juegan en las grandes ligas de los paraísos fiscales. También lo hacen los países grandes y ricos. A algunos bancos ingleses, suizos, franceses y del Principado de Andorra los han agarrado con las manos en la masa y los gobiernos les han impuesto fuertes multas por cuidar el dinero de los narcotraficantes y otros corruptos del mundo.

El pequeño y despoblado estado de Delaware, en Estados Unidos, es considerado mundialmente un paraíso fiscal donde todo es más fácil para los extranjeros. Los mismos gringos lo llaman con ironía “The Land of Free Tax Shopping”, algo así como “la tierra donde no se pagan impuestos sobre ventas”.

En Delaware puede establecerse una compañía extranjera en pocas horas o abrirse una cuenta bancaria sin que al cliente le hagan muchas preguntas ni le pidan muchos papeles. Todo es fácil y rápido.

Se cuenta la historia de un presunto inversionista africano que como experimento llegó a Dover, capital del estado, con el objeto de abrir una cuantiosa cuenta bancaria y establecer un negocio. Para no tirarse sin paracaídas consultó a un abogado para que lo orientara a hacer las cosas claramente sin llamar la atención de las autoridades ni infringir ninguna ley.

El abogado, previo pago de la consulta tasada por el tiempo que duró la entrevista, le dijo que podía hacer todos los trámites en un día.

El africano se sorprendió. En su país subdesarrollado del África Subsahariana, dichos trámites durarían varios meses, pero su sorpresa fue mayor cuando le preguntó los honorarios que le cobraría una firma de abogados y el togado le contestó: “Eso depende. Si quiere contratar una firma de gran prestigio con oficinas en Delaware y Wall Street le costará tanto. Pero si contrata una firma también de prestigio pero que su socio principal sea amigo del juez, le costará mucho más”. En todas partes se cuecen habas.

Como el experimento solo era eso, el africano regresó a su natal África sorprendido por lo que había averiguado y lo transmitió a sus alumnos de una prestigiosa universidad.

Con esta empírica disertación de lo que son los paraísos fiscales estamos seguros de que nuestro país nunca lo será, porque todo es difícil.

Insólito: Un comerciante fue multado por la DEI con un salario mínimo por pagar más de la cuenta por una importación. Consignó una partida arancelaria diferente y en vez del diez pagó el quince por ciento. Ese fue su delito…

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