¡La culpa es de la Constitución!

¡La culpa es de la Constitución!


Por Benjamín Santos

Ahora, después de otros, lo ha dicho la rectora de la UNAH, que sabe todo sobre todo. Se creará una maestría universitaria sobre Derecho Constitucional para crear un nuevo proyecto de constitución. Y tiene razón, porque si tuviéramos otra ley fundamental no habría tanto desempleo. La pobreza ha aumentado, porque la Constitución lo permite. El narcotráfico y el crimen organizado es una consecuencia de la Constitución que tenemos. Imagínense que ese texto se ha autoreformado al punto de que cuando en un concurso de adivinanzas se pregunta quién es una señora, muy aseñorada, llena de remiendos y sin una puntada, antes se contestaba la gallina y ahora se duda entre esa respuesta y la Constitución.

Imagínense que esa Constitución tiene 379 artículos cuando la de Estados Unidos tiene 7 artículos y 27 enmiendas. Es un descaro que siendo tan extensa no pueda detener siquiera la corrupción y la impunidad. No ha podido frenar la discriminación y el maltrato contra la mujer. Culpa de la Constitución es el circo en que se ha convertido la elección de los nuevos magistrados de la Corte Suprema. ¿Cómo es posible que la Constitución haya incluido en el artículo 234 el juicio político que ubica al Poder Legislativo por encima de los otros dos poderes para poder destituir a sus titulares mientras en su artículo 4 sigue sosteniendo la tradicional doctrina sobre la independencia y la no subordinación de un poder a otro? Este texto Constitucional merece que sea quemado en la inquisición si existiera por tanta herejía contra la doctrina.

Además es una Constitución vieja, aunque todavía no haya alcanzado la tercera edad. Tiene más de 30 años. ¡Qué barbaridad! Durante su vigencia ocurrió el huracán Mitch con todos sus desastres y se ha pasado de un sistema bipartidista al multipartidismo. Nos han azotado las siete plagas de Egipto o, por lo menos una aparte, como el gorgojo descortezador del pino que lleva destruidas casi medio millón de dos millones de hectáreas de pino que tenemos y las enfermedades transmitidas por el zancudo ese que todos conocemos. Esta Constitución, si pudiera defenderse, alegaría desvergonzadamente que su similar de Estados Unidos tiene más de 230 años, la de Francia es de 1958 y la de Alemania de 1949, pero aquí la esperanza de vida para las constituciones es de máxime 25 años tal como era en la edad media para los seres humanos. ¡Qué muera! Es la Constitución número 13 y es la que más ha durado en vigor.

La Constitución es la culpable que haya aumentado el número de adolescentes y hasta niñas convertidas prematuramente en madres. Es una vieja alcahueta. Pero, ¿qué se puede esperar de una Constitución que se ha dejado violar tantas veces y en forma pública? Solo recuerden lo que pasó el 2009. Todavía no se sabe si quien inició esa violación fue el presidente de turno o quienes lo destituyeron. Dada la costumbre de dejarse violar posiblemente fueron dos violaciones seguidas.

Esta Constitución no ha hecho nada por mejorar las condiciones de la gente que vive y trabaja en el campo. Bajo su vigencia no hemos producido ni siguiera lo necesario para el consumo interno. Todos los años son insuficientes el maíz y los frijoles. Tenemos que importar hasta las hortalizas teniendo como tenemos tanta tierra apropiada para su cultivo. Nos ha llegado el efecto del cambio climático con el consecuente recalentamiento de la tierra y nuestra Constitución no ha hecho nada para hacer que llueva cuando nuestros campesinos deben sembrar y que cese la lluvia cuando llega el momento de la cosecha.

Nuestros estudiantes siguen sacrificándose para aprender cuando la Constitución ya hubiera impulsado el conocimiento inyectado o en cápsulas. Sería mucho más fácil ponerse una inyección de matemáticas o de química en vez de estar memorizando tanto libro y además gastando en comprarlos. Por eso el Congreso cuando se trata de reformar la Constitución junta una legislatura con la otra y así cumple el mandato de aprobar en una legislatura y ratificar en la siguiente obviando el tiempo para que el pueblo se entere y discuta las reformas. ¿Se viola su letra y su espíritu, y qué? ¡Qué muera!

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