AL “INDITO” COMO ENTIERRO DE POBRE


AL “INDITO” COMO ENTIERRO DE POBRE
Editorial La tribuna

¿A qué obedece esa devaluación acelerada que le han recetado las autoridades del Banco Central al lempira? Como al pobre pueblo pobre lo tienen divagado en el teatro paralelo del bullicio, distraído con juegos malabares de los políticos, ni cuenta se ha dado de la desplumada que le están dando al indefenso indito. No se sabe si esas serían las últimas instrucciones que dejaron las aves agoreras en su reciente visita a Tegucigalpa u ocurrencias de los nuevos burócratas que estrenaron en los cargos. Pero a la moneda la llevan como entierro de pobre. La están devaluando aceleradamente sin que el público conozca las razones que justifiquen semejante depreciación. ¿Por qué será que este tema –como el de la escasez, la desocupación, la falta de incentivos para la creación de empleo y lo demás que realmente aflige al adolorido pobre pueblo pobre– poco interesa a los políticos que a ninguno se le escucha hablar de ello? No hay razón para esa carrera que les ha agarrado en depreciar el lempira.

El Banco Central tiene divisas suficientes y reservas internacionales abundantes para pagar por varios meses de importaciones. Como al país le condonaron la deuda y se hicieron humo todos aquellos recursos que debieron servir para la reducción de la pobreza, los gobiernos –ni cortos ni perezosos– se han vuelto a enfrascar en empréstitos millonarios que ya superan el nivel de lo que el país debía antes del perdón de la deuda. Así que todos esos dineros frescos que llegan –solo lleven recuento de todos esos préstamos millonarios que dan el BID, el Banco Mundial, los cooperantes, más lo que reciben por el Plan aquel del Triángulo Norte para evitar la migraciones– son suficiente respaldo que debería garantizar la estabilidad de la moneda. Y si ello no fuere suficiente, tienen como sostén los $3,800 millones de remesas familiares que le entran al país anualmente, producto del sudor de nuestros compatriotas que huyeron del país por falta de trabajo, de seguridad y de oportunidades y ahora residen en el exterior.

Principalmente en los Estados Unidos. No pueden decir tampoco que las exportaciones de café y otros productos tradicionales no generan buenos ingresos. Y no porque se venda más en el exterior debido a la devaluación sino porque se ha recuperado la economía norteamericana y hay más demanda para los productos exportables. En el caso del café también por las cosechas que se le arruinaron a otros grandes exportadores. Así que no hay necesidad de devaluar para vender más afuera. Lo que se exporta no lo compran los consumidores gringos porque sea más barato –dizque producto de la devaluación– sino porque tienen más ingresos debido a la recuperación de su economía. Aparte de ello, el desplome de los precios del crudo en el mercado internacional representa millonarios ahorros para el país. Ello es una de las causas por las cuales la inflación sea tan baja. Porque la factura petrolera ya no le cuesta a Honduras un ojo de la cara como antes que el cartel de la OPEP vendía el petróleo a precios de extorsión. Así que si hay suficientes reservas, si la inflación es baja, si la banca tiene sobreliquidez y el encaje es alto, si se desplomaron los precios del crudo, si las remesas han incrementado, si el flujo de préstamos y de recursos frescos es abundante, ¿cuál es la razón para que le hayan metido el pie al acelerador devaluando la moneda?

Este es un tema sobre el que la Casa de Gobierno debería informarse y no depender únicamente del juicio parcializado de los burócratas. Porque entre más devalúa el lempira más cuesta la materia prima y los insumos que la industria hondureña ocupa para producir. Más se eleva el precio de todo lo importado, de muchos artículos esenciales que se traen de afuera para abastecer el mercado nacional. Hasta donde hemos indagado –de esas decisiones sigilosas– es que cambiaron el procedimiento. Y para deducir el deslizamiento ahora meten a la canasta factores del mercado chino –como si allá la moneda no tuviese un apoyo artificial– y el japonés y el mexicano. A saber qué poción les dieron a aplicar las aves agoreras, pero lo cierto es que al lempira lo están desplumando. Y como aquí hay tanto boca abierta, ni se habla de ello ni cuenta se han dado del envión al despeñadero.

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