Otro culebrón…

Otro culebrón…
Por Roberto C. Ordóñez
Todavía no han terminado de desenrollarse los culebrones del Seguro Social; INPREMA, INJUPEMP OABI; el ya viejo e inconcluso a pesar de que fue inaugurado con bombos y platillos Trans 450; los saqueos de varias alcaldías denunciados por el Tribunal de Cuentos, y ya empezó otro culebrón al estilo de las largutelenovelas.

Se trata del culebrón de la elección de los 15 magistrados a la Corte Suprema de Justicia. Lo que pudo resolverse en una sola sesión ya lleva varias y todavía no asoma la cabeza la mazacuata desenrollada hasta la mitad.

Realmente el culebrón empezó con el trabajo de la Junta Nominadora, que dicho sea de paso lo hizo bien y gratuito. Los nominadores tenían que bolsearse hasta para comprar el cafecito, no obstante lo cual una doña les impuso una multa de tres salarios mínimos a cada uno por no haber hecho algo que ella quería y no le pararon bola.

Salvo algunas interferencias de sectores interesados, la Junta hizo su trabajo correctamente en tiempo y forma, depurando una lista de cerca de doscientos aspirantes a 45, después de averiguar hasta de qué se iban a morir los aspirantes nominados por sectores gremiales y otros autopropuestos, que mandó al Congreso para que este eligiera 15.

La idea de hacerlo en esta forma es para lograr la apoliticidad de los magistrados, evitando la repartición de los mismos según el partido. Cuando solo eran nueve magistrados, cinco los elegía de dedo el partido en el poder y los cuatro restantes la oposición. Cuando el número se elevó a 15 los dos partidos se repartían 8 para los ganadores y siete para a oposición. Llamó la atención que a la par de la fotografía aparecía la bandera del partido del aspirante. El presidente del Central Ejecutivo Liberal condicionó públicamente los votos de los diputados liberales a tener 8 magistrados y la presidencia de la Corte. La apoliticidad es un cuento de camino real.

Al llegar al Congreso, empezó el relajo encabezado por los dueños de los partidos PAC y Libre, que ni ellos mismos tienen claro lo que quieren porque en cuanto repican doblan, como si la picada de un zancudo les hubiera contagiado el zika y reducido el cerebro.

En la primera sesión en la que trataron el asunto se eligieron 8 de los 15 y todos estábamos contentos por la forma transparente y democrática de la elección, pensando que era lo mejor que había ocurrido hasta ahora en estos menesteres políticos.

El bochinche empezó al día siguiente cuando los diputados no se pusieron de acuerdo y fue necesario recurrir al mecanismo especificado en la Constitución de la República, consistente en que el voto fuera secreto, a la cuenta para garantizar la pureza del proceso. Esta vez los siete magistrados faltantes debían ser seleccionados entre los 37 candidatos restantes.

Pero la mancuerna dueña de los partidos mencionados violó la ley, en vivo, en directo y a todo color, marcando y depositando los votos previamente enfocados por los camarógrafos, en algunos de los cuales no solo se veían las marcas bajo las fotografías de los candidatos, sino que también mostraban la palabra NO.

Hubo un diputado, que por menso o por vivo, depositó la papeleta que le dieron de muestra para que aprendiera cómo se marcaba, pero el dundo depositó la muestra que lógicamente fue anulada.

En los intensos cabildeos a cambio de votos los dueños de los partidos pirujos han pedido de todo: desde representantes en el T.S.E. hasta la eliminación de la extradición de narcotraficantes. Por su comportamiento en las votaciones, parece que no se pusieron de acuerdo.

En “LA TRIBUNA” del sábado 30 de enero, el editorialista abundó en explicaciones de la forma de ejercer el sufragio en una segunda ronda, como en este caso. El artículo 44 constitucional contiene el procedimiento y el editorialista explica que esto es así para evitar que los dictadores, autócratas y otros mandamases, tomen represalias contra los que no votan por los que ellos quieren.

Ojalá que piensen en Honduras y al día de hoy el culebrón haya terminado.

Pero los dueños de los partidos chabacanos parece que no leen y les gustan los culebrones…

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