Neoliberalismo en la perspectiva política hondureña

Neoliberalismo en la perspectiva política hondureña


Por: Marcio Enrique Sierra Mejía
He de reconocer que el uso del término neoliberalismo en la actual política hondureña se ha usado de un modo discriminativo y repetitivo. Probablemente, con la intención de utilizarlo como medio retórico para descalificar opiniones contrarias que atacan al gobierno, por su inclinación en favor de posiciones ideológicas que dan mucha importancia al Estado, como instrumento para reconducir el destino histórico del desarrollo capitalista. En cierto modo, es una actitud que responde a una honesta y deliberada defensa ideológica de la postura que tiene el gobierno nacionalista para corregir el curso del desarrollo capitalista excluyente, que causa la concentración de capital y la infame desigualdad social, que solo ha contribuido a aumentar la pobreza generalizada en Honduras. Por otra parte, los socialistas también utilizan el término de neoliberales para atacar al gobierno actual por la aplicación de recortes presupuestarios, cualquier medida antiinflacionaria, cortes en el gasto corriente del Estado o de empleos improductivos, o por cualquier traslado de recursos financieros del área estatal al área privada. Para ellos, el neoliberalismo ha dejado de ser una ideología y se ha convertido en un estigma. Pareciera que los socialistas asumen la posición antineoliberal siguiendo una línea política similar a la que siguieron los estalinistas cuando utilizaron el concepto de burguesía como calificativo para catalogar a todos aquellos que discrepaban respecto a la política que la URSS aplicaba en tiempos de Stalin. Para los socialistas el neoliberalismo representa la ideología burguesa.

Muchos ideólogos (incluyéndome) hemos caído en un antineoliberalismo sin hacer una crítica seria al llamado neoliberalismo. ¿Pero qué es el neoliberalismo? Primero que todo debemos reconocer que el neoliberalismo no es un cuerpo doctrinario homogéneo, sino un conjunto de diversas teorías económicas, muchas divergentes entre sí. Unas, como las de Friedrich Hayek, Ludeig von Mieses, Carl Menger, se refieren fundamentalmente al significado del estado en la economía. Las escuelas Fribourg y Münich (Wilhelm Röpke, Alexander Rüstow), ponen el acento en la generación de los precios y de las ganancias, hasta llegar al monetarismo norteamericano de Milton Friedmann, quien propone controlar el área de la producción mediante el manejo de los mecanismos de la circulación de capital (Mires, 2015). Mientras que las teorías económicas de Ricardo, Smith y Marx surgen en el contexto de las máquinas de vapor, las llamadas teorías neoliberales de nuestro tiempo, se originan en tiempos de la robotización, de la computación, y de la digitalización. Son teorías económicas reactivas que surgen como respuesta teórica frente a transformaciones que han tenido lugar en los procesos de producción contemporáneos. En palabras marxistas, surgen como producto de la alteración de las relaciones entre capital variable y constante donde el factor trabajo propiamente tal se ha convertido en un agregado secundario y no esencial, como ocurría durante el periodo basado en la producción industrial clásica.

Percibo que se ha dado un abuso indebido del concepto de neoliberalismo y que los socialistas hondureños aún piensan con categorías propias de la era de la maquina a vapor y no concuerda de modo alguno con la presencia real de los denominados neoliberales en la gestión económica del gobierno actual.

Ni el secretario de Finanzas, ni el presidente del Banco Central, ni el secretario de Desarrollo Económico Inclusivo, ni el propio Presidente son enconados neoliberales. Los verdaderos neoliberales, y no en un sentido ideológico, son invisibles o constituyen una minoría absoluta en Honduras. Lo que es posible observar son furibundos ataques al neoliberalismo, sin nombrar calificados neoliberales, como si el neoliberalismo fuese un “espíritu maligno” que recorre en Honduras y que se ha apoderado de los hondureños. Siendo rigurosos, la contrapartida del liberalismo o del neoliberalismo es el keynesianismo. O sea, los socialistas en realidad son keynesianos que promulgan el estatismo. Si bien no todo estatismo es socialismo, todo socialismo es estatista. Por tanto, que no nos sorprenda el uso y abuso que tiene la palabra neoliberalismo en países (Venezuela) en donde el gobierno, incuba proyectos autocráticos e incluso dictatoriales. En Honduras tenemos una realidad completamente distinta a la venezolana, a la cubana, etc. Afortunadamente, en nuestro país, no hay condiciones para instaurar una dictadura y tampoco una política estatista absoluta que discrimine al sector empresarial. El gobierno nacionalista, es democrático liberal y no busca implantar una dictadura socialista en la que la burguesía es poco a poco aniquilada, más bien promueve la economía social de mercado en la que la burguesía es solidaria con el Estado para construir el desarrollo económico inclusivo. La realidad, es que no hay tal contradicción entre neoliberalismo y socialismo. Es una simple estratagema implementada por sectores izquierdistas radicales quienes favorecen el estatismo y cuyo objetivo es la apropiación del Estado a través de la alianza entre ciertas élites paraestatales y el populismo de masas. La crítica al neoliberalismo, indistintamente a su existencia real en Honduras, francamente tiene la función de operar como el polo ideológico negativo que requieren los estatistas para afirmarse a sí mismo. La verdadera contradicción, si elevamos el tema al plano político, es la contradicción de siempre, la misma que hemos percibido desde el momento que los militares fueron desplazados a los cuarteles a partir de 1982, la contradicción entre democracia y dictadura. El estatismo conduce a la dictadura y esta forma de Estado no es el camino a seguir ni tampoco lo que la sociedad hondureña necesita para salir del atraso en el que nos encontramos. Los resultados de la aplicación del enfoque estatista en América Latina son desastrosos. No debemos confundir el fortalecimiento institucional y la reorganización de las instituciones del Estado que está en proceso en Honduras, con la instauración de una política de estructuración de la dictadura. Por el contrario, se ve que la democracia en nuestro país es cada día fortalecida porque se dan pasos para su consolidación al dar apertura y oportunidad a la sociedad de apoyar el cambio estructural.

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