La devaluación de nuestra moneda

La devaluación de nuestra moneda


Por Carlos A. Medina R.

El temario de problemas que confronta el país a principio de este nuevo año es un reto para todos los que vivimos en su confín geográfico: la falta de investigación criminal en las instituciones encargadas de la seguridad pública, con la consecuente impunidad en que permanecen los actos ilícitos, la próxima elección por el Congreso Nacional de los magistrados a la nueva Corte Suprema de Justicia, las terribles consecuencias del cambio climático con las sequías prolongadas que afectan la agricultura y la ganadería, el nivel de desempleo por un crecimiento económico que no alcanza a producir un desarrollo social. En fin, se podrían escribir tesis y artículos periodísticos sobre todos estos temas.

Una situación que está sucediendo y que le hemos puesto muy poca atención es el “deslizamiento” de nuestra moneda en relación al dólar, que en forma silenciosa como avanzan las células cancerosas, está afectando la estructura monetaria de nuestra nación. Le llamamos devaluación porque es una acción dirigida por el Banco Central de Honduras, y como ese banco no tiene un sistema de relaciones públicas, desconocemos las causas por las cuales día a día nuestra moneda pierde su valor ante el patrón dólar.

Cuando existe una depreciación de la moneda esta se sucede cuando la intervención del Banco Central es nula, pero cuando existe devaluación es porque el Banco Central lo ha decidido por las razones que hasta el momento ignoramos. No siempre las actuaciones de los Bancos Centrales de los países actúan acorde al desarrollo normal de sus economías, y en muchas ocasiones y en muchos países las acciones de estos bancos producen efectos negativos en vez de positivos.

El Banco Central de Honduras fue creado durante la presidencia del doctor Juan Manuel Gálvez en los años 50 del siglo pasado, y su presidencia y su directorio ha sido conformado a veces por economistas de muy alto perfil y a veces por individuos que reciben esos puestos como premio político. En efecto, un día le preguntaron al veterinario Ramón Villeda Bermúdez (QDDG), que cómo era posible que él fuese miembro de la Junta Directiva del Banco Central, y él respondió que en esa institución habían muchos animales, y que posiblemente sus servicios eran necesarios.

Sabemos, aunque no somos economistas, que una moneda se puede devaluar en nuestros pequeños países cuando en los cofres del Banco Central no existen suficientes dólares que respalden su valor; también entendemos que cuando las importaciones son en exceso de las exportaciones los bancos deciden devaluar para hacer más caras las mismas y disminuir la compra de esos productos extranjeros. También existen otras causas como la devaluación de una moneda para hacer más barato un país y atraer el turismo, que en Honduras es una industria en ciernes, pero que empieza a prosperar y puede ser una futura fuente de ingresos.

Cuando se vive de remesas, que son envíos monetarios desde el exterior por los nacionales que viven y trabajan especialmente en Estados Unidos, la devaluación puede ser un premio para las familias que las reciben, pues los dólares recibidos significan con la devaluación, más lempiras en la bolsa. Todo lo anterior son medidas que aparentemente son positivas, pero al final el recipiente de la remesa con el tiempo se dará cuenta que todo lo que compra en el país ha subido de precio, especialmente si el consumismo le ha lavado el cerebro y quiere adquirir todo lo que la televisión le empuja en sus comerciales diariamente.

Los cafeteros o cafetaleros como les llamamos en nuestro país, venderán su cosecha a precios bajos porque el precio internacional, quizás arrastrado por la caída del precio del petróleo, rebajó los precios de todos los “commodities” que son en realidad los productos exportados hacia Norteamérica y Europa, cuyos precios son manejados por los aventureros que mercadean en las Bolsas de Valores de Londres, Chicago y Nueva York, y además, para que sea más dolorosa la herida, recibirán el valor de sus quintales de café en lempiras devaluados, que no cubrirán sus costos de producción y que harán más caras las compras de los insumos necesarios para producir ese grano de oro, como eufemísticamente le llamamos.

Como el Banco Central no nos ha informado por qué ha devaluado nuestra moneda, exceptuando que sea una orden del Fondo Monetario, tenemos humildemente que aceptar que ignoramos la razón de dicha devaluación, pues nunca hemos tenido tantas reservas monetarias en dólares como en el presente año, y si el Banco lo hace para favorecer el turismo, de alguna manera está afectando a una mayoría que tendrá que comprar el 50 por ciento de los alimentos que obtenemos del exterior a precios más altos, y además de los alimentos, todo lo que importamos costará más. Para finalizar, sería loable que el Banco Central expusiera sus razones y causas por las cuales está devaluando nuestra moneda.

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