Mauricio y su “lista”

Mauricio y su “lista”

Por Juan Ramón Martínez

La política, es en los tiempos que corren, un espectáculo. En el que los protagonistas, tratan de llamar la atención de la opinión pública. Por supuesto, para lograrla, hace falta el ejercicio de cierto talento y el planteamiento de temas y cuestionamientos interesantes. Como en todo, algunos en vez de llamar la atención del electorado, más bien terminan aburriéndolo. Otros, en cambio, cada vez que hablan, hacen declaraciones y planteamientos interesantes. Con lo que, obtienen una gran valoración en la opinión pública y en los medios de comunicación, que la representan en gran forma.

En la última semana, hemos notado mucho nerviosismo entre los políticos. Hace un tiempo, amenazar a uno de ellos que sería demandado, lo que recibía del señalado era la sonrisa burlona y el menosprecio. Tenían bajo su control el sistema judicial y los jueces “suyos” que, –porque habían sido nombrados gracias a sus instrucciones entre sus correligionarios de más confianza– se desvivían, arrodillados, satisfaciendo sus peticiones. Ahora, desde que, es la justicia de los Estados Unidos, la que impera soberana, poniendo la nacional en segundo lugar, los políticos tienen un comportamiento más sumiso. Se cuidan de lo que dicen. Y evitan que, sus nombres aparezcan en las listas extraditables que, “informados” y “desinformadores”, echan a rodar diariamente. Y cuando un político señalado se entrega a la justicia, los que quedan en el país, establecen distancias. Muestran su pena por lo que le ocurre a los demás; pero no desaprovechan para insinuar que ellos, son mansas palomas, inmaculadas “vírgenes” de la política. Que debemos respaldar y creer que, no nos van a fallar.

Pero otros, quieren mostrar su honestidad, exigiendo que las listas –que confieso que he conocido de tres, además de la de la pitonisa del PN, Marvin Ponce–, sean develadas por el Canciller de la República, a cuyas oficinas, por protocolo, son enviadas las solitudes. El más nervioso de los políticos –lo que extraña porque tengo testimonios de su entereza, valor personal y honradez– es Mauricio Villeda que, le reclama a Arturo Corrales, que le proporcione oficialmente los nombres de los 18 extraditables que han sido solicitados por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. Fuera de pretender llamar la atención, no entiendo la razón de la obstinada petición al Canciller que, le ha aclarado que no tiene más solicitudes. Y llama la atención que él habla, contrario a las cantidades números de las listas que han llegado a mis oídos, de más de 18 nombres. Por lo que creo que, si Villeda Bermúdez, realmente, quiere llamar la atención y además, ofrecerle un servicio al país, debe dar los 18 nombres que, aparentemente, él tiene en su poder. Como decían, no hay que dar tantos brincos cuando el suelo esta parejo.

Corrales no puede decir lo que muchos quieren que diga. Él no es Marvin Ponce cuya “libertad” en este tema, le permite expresar las peores temeridades. Él es, por el contrario, un funcionario sometido a las reglas estrictas del desempeño diplomático, que no puede hacer otra cosa más que, informar de las solicitudes recibidas y turnadas a la Corte Suprema. No tiene por qué divulgar nombre alguno que no le conste; y mucho menos, hacer comentarios, a favor o en contra de los incluidos en las peticiones estadounidenses, porque no está para consolar a los afligidos; ni para tranquilizar a los angustiados, sino que para proteger los intereses de nuestro país, guardando la mayor prudencia en todas sus expresiones. Y sin caer nunca en las provocaciones de quienes, como Villeda Bermúdez, quieren que haga el papel de pitoreta, para inducirlo al ridículo o a la ilegalidad.

Lo que deben hacer los políticos –menos Marvin Ponce que, no siéndolo, tiene la misión de asustarlos, provocando el terror estatal como forma de gobernar– es mantener los nervios en su lugar, no presionar al gobierno para que invente mentiras porque sería un error, dando nombres que no corresponden; abandonando sus tareas y más bien proponiendo alternativas para salir de los problemas económicos que nos están afectando. Pero si los políticos no pueden calmar sus nervios, que –poniéndose de rodillas– dirijan sus preguntas al Tesoro de los Estados Unidos. Y no a la Cancillería que no tiene por qué contestarles.

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