Violenta respuesta a nueva estrategia de seguridad

Violenta respuesta a nueva estrategia de seguridad

Por Armando Cerrato

La tasa de homicidios en los primeros diez días de 2016 es alarmante en Honduras y constituye en sí una respuesta violenta a una nueva estrategia de seguridad propuesta por el Presidente de la República Juan Orlando Hernández Alvarado, al finalizar el 2015.

Henchido de orgullo, el mandatario, se vanagloriaba de un combate contra el crimen común y organizado tan exitoso que estadísticas nacionales e internacionales mostraban una baja impresionante en la tasa de homicidios a grado tal que ya Honduras no estaba considerado como el país más violento del mundo.

El mandatario incluso anunció con bombos y platillos que varios países del mundo estaban estudiando el modelo de seguridad aplicado en Honduras y publicitó ampliamente felicitaciones expresas para el rubro seguridad del jefe del Comando Sur de los Estados Unidos, general John Kelly, quien se muestra satisfecho sobre todo por el nivel de extradición de nacionales involucrados en lavado de activos y narcotráfico internacional.

Según el presidente hondureño este 2016 las fuerzas de seguridad del Estado mejorarán su estatus social, seguirán un proceso de depuración más afinado y enfocarán su trabajo en llegar hasta las raíces del crimen común y organizado incautando incluso los bienes adquiridos por los delincuentes con el producto de sus fechorías, especialmente en el rubro de la extorsión y el cobro del mal llamado impuesto de guerra por los pandilleros.

Sin embargo, en lo que va del nuevo año, se da un promedio de diez a quince muertes violentas por día en diversas partes del territorio nacional, sin que los cuerpos de seguridad del Estado, incluyendo un nuevo cuerpo de inteligencia en la Policía, den una respuesta clara a la población para dar con el paradero de los asesinos y cuál fue el móvil que los impulsó a cometer los crímenes.

A las estadísticas oficiales que afirman que se ha bajado el índice de homicidios de 84 por cada cien mil habitantes a 56, cifras avaladas por el observatorio de la violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), la población las califica de falsas en diversas encuestas realizadas por medios televisivos y radiales en las calles de los principales centros urbanos del país.

Y, es que basta con sintonizar un programa informativo televisivo o radial, o leer un periódico, para enterarse a diario del alto nivel de violencia que sigue campeando por todo el país, donde los asesinatos por encargo, ajuste de cuentas, dominio territorial y guerra entre bandas criminales están a la orden del día.

La mayoría de los ciudadanos se queja de que la inseguridad es de tal magnitud que una persona sale de su casa a buscar cómo ganarse la vida y no sabe si va a regresar de nuevo con vida al lado de los suyos, a los que cada vez es más difícil de sostener, pues además de que el trabajo es mal remunerado, el nivel tributario al gobierno es muy alto y de remate hay que pagar impuesto de guerra a diversas pandillas que operan libremente en todo el país, a veces en colusión con la Policía misma.

Además se vive inseguridad jurídica a todos los niveles y los operadores de justicia, ceden al chantaje y la extorsión de delincuentes de toda calaña y la mayoría de los crímenes desde los menores hasta los abominables se sumen en el abismo oscuro de la impunidad y los criminales victoriosos se sienten con licencia para continuar delinquiendo.

Como la esperanza es lo último que se pierde, esperemos que Juan Orlando Hernández Alvarado, tenga éxito en su nueva estrategia de seguridad, y no se deje llevar por las estadísticas, sino que se pare en la realidad concreta y exija a sus comandantes cumplir con su tarea de proteger y servir a la población.

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