La Corte y los mismos errores

La Corte y los mismos errores


Editorial El Heraldo

Cada vez que en Honduras vamos a elegir a una nueva Corte Suprema de Justicia (CSJ) salen a flote los más oscuros, mezquinos y sectarios intereses que enturbian un proceso crucial para la democracia e institucionalidad de nuestro país.

En 1985, las ambiciones continuistas del presidente Roberto Suazo Córdova desataron una crisis institucional que tuvo su punto neurálgico con el encarcelamiento del nuevo presidente de la Corte, Ramón Valladares Soto, nominado por el Congreso para sustituir a Carlos Manuel Arita Palomo. En 2009, el entonces titular del Ejecutivo, Manuel Zelaya, presionó por la reelección de magistrados que no estaban entre los seleccionados por la Junta Nominadora y amenazó con mandar tanques a la calle en medio de lo que suponía la ruptura del orden constitucional.

La elección de la Corte, como nos muestran estos hechos, ha estado marcada por la polémica y ha generado crisis en nuestro país. Y esta vez no pudo ser peor. Hemos observado los más crudos intereses electoreros de la clase política, condicionando el voto, mezquinando el talento, lanzando diatribas y mentiras, en fin, manipulando a la opinión pública.

Al no alcanzar los 86 votos para elegir al nuevo pleno, los 128 diputados del Congreso Nacional efectuarán una votación secreta y directa, que también buscan la forma de ponerle tecolillas, a pesar de que existe una disposición constitucional. Mientras tanto la Corte actual, cuestionada por la misma oposición, seguirá interinamente administrando o mal administrando la justicia.

Las ambiciones particulares y la terquedad de algunos por mantener al país sumido en la ingobernabilidad empujan a estos políticos a tropezar con la misma piedra una y otra vez.

¿Cuál es el problema que impide elegir a una nueva Corte Suprema de Justicia? ¿Se trata de hacer oposición porque sí, sin fundamento, lógica ni razón? ¿En qué queda entonces la construcción del país cuyos habitantes les confiaron el voto? La elección de una CSJ pasa porque haya consenso entre los políticos que están en el Congreso Nacional, y todo lo que tienen que hacer es escoger de entre los 45 candidatos a los 15 mejores. ¿Cuál es el problema?

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