Clase media, la única controlada en pago de impuestos

Clase media,  la única controlada en pago de impuestos


Por: José Rolando Sarmiento Rosales
Hoy que se comienza a abordar la temática de un nuevo Código Tributario y se habla de recaudaciones justas y equilibradas, de acuerdo a los ingresos de cada quien que se constituye en contribuyente, nos viene a la mente antiguas consideraciones que se hacen alrededor del papel de la clase media, calificada como el sándwich, el emparedado de la sociedad, atrapada entre los pobres y los realmente ricos, sin voz que la defienda porque sus miembros viven dedicados a sus deberes profesionales, a sus oficios, o a su ocupación en una entidad pública, o en la empresa privada, en un negocio propio o familiar, que por estar en una planilla de pago, por sus ingresos, o sueldos y salarios, no se escapa de la deducción obligatoria mensual o quincenal, en sus deberes de pagar su Impuesto Sobre la Renta al Fisco Nacional, el Impuesto de Bienes Inmuebles, el Impuesto Vecinal, el volumen de ventas, la renovación anual del permiso de operación del negocio, a la municipalidad donde reside, más las contribuciones a la seguridad social, al régimen de aportaciones privadas, al instituto de previsión respectivo, al sindicato, a la asociación de empleados públicos, al colegio profesional al que pertenecen, y en algunos casos las cuotas de la hipoteca para la vivienda adquirida, por préstamos personales para adquisición de mobiliarios y enseres eléctricos en comercios, cuando no, el embargo por deudas y pago de alimentos ordenado por juzgado competente.

Bueno, esto es así, es legal que así ocurra, lo que queremos significar es que formamos parte del único sector social que no se escapa de pagar lo que le corresponde, mientras que los de abajo, por su pobreza, por no tener ingresos, por no estar empleados y por tanto no controlados, no pagan nada, mientras que los de arriba, maniobran, usan contabilidades dobles o triples, exageran la cuantía de sus gastos, ponen en planilla a toda su familia, exhiben pérdidas en vez de ganancias, y al final pagan muy poco, en algunos casos se quedan con lo recaudado del 15 por ciento del Impuesto Sobre Ventas, no entregándolo al fisco, lo que constituye un ingreso ilegítimo, delictivo, una exacción al tesoro nacional, todo lo cual representa una injusticia para nosotros los de la clase media, que no nos escapamos de nuestros deberes como contribuyentes, mientras los de abajo, los pobres, los marginados, son grandes exigentes pidiendo que en sus barrios les pongan luz, les lleven agua, les arreglen las calles, les construyan escuelas, todo gratis, a los que los políticos y gobiernos andan chineando y complaciendo con subsidios, con canastas de alimentos, todo por el voto de cada cuatro años, y a los de arriba quedando bien con ellos, por las contribuciones para las campañas electorales, otorgándoles contratos gananciosos, subvalorándoles las importaciones para beneficiarlos como retribución por sus apoyos económicos para las campañas político-electorales, claro, estos no son todos los empresarios, pero si son muchos en Honduras que levantan fortunas con los favores del Estado.

Al de clase media baja, media media y media alta, los de abajo los envidian, lo malquieren porque viven mejor, porque tiene un carro nuevo, o de segunda y tercera mano, que sus hijos van a la escuela y al colegio, que los recoge un bus contratado y no viajan en las sardinas en lata del transporte público, porque su padres se sacrifican y trabajan duro para darles una mejor vida, inclusive pagar educación privada, por aquello de los tiempos de huelgas y paros que afortunadamente se han superado en el país, en tanto, los ricos, los de más arriba nos menosprecian, se van a vivir a residenciales exclusivas, protegidos con muros perimetrales y todas las medidas de seguridad posibles, estrenando casi anualmente las nuevas camionetas, los famosos doble cabina 3.0, que en el arrancón nos dejan lejos y empolvados, a los que vamos en bus o en el pichirilo que orgullosamente conducimos, eso sí, hay ricos indiscutibles por su esforzado trabajo y sus empresas, y otros muchos, que se ubican en los mercados, pero que tienen tanto o más capital e ingresos que los industriales, comerciantes y los importadores, porque ellos también importan desde China o Panamá, vendiendo al por mayor y al detalle, solo que en el mercado, o en sus alrededores, a todos ellos la DEI tiene que incluirlos en la base de datos como contribuyentes, controlarlos, fiscalizarlos y hacerles pagar los impuestos obligatoriamente, para que el Estado tenga suficientes ingresos para las obras y servicios que beneficien a todos en Honduras, es decir la aplicación de una verdadera justicia tributaria, como lo recomienda a los recaudadores de impuestos en los textos del Nuevo Testamento, San Juan El Bautista, ni más ni menos que lo debido, manejados honestamente.

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