El desempleo y las medidas asistencialistas

El desempleo y las medidas asistencialistas


JORGE FLORES SILVA
Un país como Honduras, con tantas carestías sociales, necesita un crecimiento sostenido no menor al 6%, ya que si es similar a la tasa de crecimiento de la población se cae en estado estacionario. Si la economía no crece, tampoco se puede esperar que crezca el empleo y el resultado es más pobreza.

En ese círculo vicioso de bajo crecimiento, desempleo y pobreza se combinan políticas públicas diseñadas e implementadas tanto en el campo de la educación, la salud y la seguridad que pueden ser determinantes para la generación de trabajo, como del ahorro para estimular la inversión productiva.

El problema es complejo y también tiene que ver el contexto económico internacional del cual somos parte y dependemos. Tampoco se puede descuidar la importancia que juega el buen clima de negocios y la seguridad jurídica que puede ofrecer el país.

La economía de Honduras tiene muchos nexos con la de EE UU y Europa y si en estos países no mejora incidirá negativamente en nuestras relaciones comerciales.

Es EE UU hacia donde se dirigen la mayor parte de nuestras exportaciones y de donde provienen la mayoría de las importaciones que se requieren para dinamizar el aparato productivo. Se espera que EE UU mejore su economía y crezca un 2%, eso puede significar un alivio para nuestro país, no obstante debemos procurar no estar sujetos y depender de un solo mercado.

Apostar por los procesos de integración para defender nuestros recursos, tener capacidad negociadora frente a los bloqueos económicos y los organismos multilaterales es tarea urgente.

Centroamérica está resultando ser muy pequeña para poder negociar en condiciones de igualdad, es así que se está volviendo necesario lanzar la mirada hacia otras latitudes que ofrezcan condiciones iguales y de mutuo respeto en las relaciones económicas internacionales.

Las asimetrías y los términos de intercambio desfavorables han sido factor clave, aunque no el único para nuestro atraso. También es fundamental estimular el mercado interno.

Si la base material de la sociedad no se ensancha por falta de desarrollo en la actividad productiva tampoco se generará empleo y, por consiguiente, no habrá acceso al ingreso que permita el consumo para satisfacer las necesidades básicas de la población y como variable económica que a su vez genere producción.

Si cae el empleo también cae la demanda en virtud de que es el ingreso o los recursos de que disponen las familias los principales determinantes del consumo.

Si no hay empleo, no hay ingresos, no hay demanda, no hay consumo, entonces no hay desarrollo de la actividad productiva y, por consecuencia, no hay empleo.

Ese círculo vicioso es el que hay que evitar diseñando políticas económicas acertadas que tomen en cuenta el consumo y la inversión como componentes importantes del Producto Interno Bruto (PIB).

Consumo no es lo mismo que consumismo, caer en el consumo desenfrenado es nocivo, aunque desde la óptica de hacer dinero puede generar riqueza a un reducido sector, pero desde la óptica de contenido puede generar pobreza porque se destruye más rápido la naturaleza, de donde se sacan las materias primas para producir los bienes de consumo y de trabajo. El agravante es tal que buena parte de los ingresos por concepto de exportaciones se orientan a la importación de productos de consumo suntuario que en nada favorece a la balanza comercial ni al aparato productivo.

El problema del desempleo en Honduras ha adquirido un carácter estructural que no se puede remediar con medidas paliativas como la distribución de bonos en la que se regala dinero para una vida mejor. Solo la expansión económica puede disminuir el desempleo.

El trabajo no solo realiza y dignifica a la persona, sino que puede ser garantía de estabilidad en el tiempo, porque al haber expansión económica y desarrollo de los sectores de la economía, el sector que desplaza mano de obra por incorporación de progreso técnico e incremento de la productividad lo absorben los otros sectores que tienden a desarrollarse, dándose de esa manera un círculo virtuoso al que debemos aspirar.

Ese círculo vicioso es el que hay que evitar diseñando políticas económicas acertadas que tomen en cuenta el consumo y la inversión como componentes importantes del Producto Interno Bruto (PIB).

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