Una desesperante espera

Una desesperante espera


Por Boris Zelaya Rubí

“Lo justo y correcto es que si hay mérito para que una persona investigada sea detenida, las autoridades apliquen sin temor la medida y también ordenen de inmediato el decomiso de los bienes, para garantizar la devolución al Estado de lo mal habido. Esto opera así en los delitos del crimen organizado y bien puede hacerse en los delitos de cuello blanco”.

La depuración policial y el ataque a la corrupción que está llevando a cabo el gobierno, ha demostrado que las palabras contundentes de ¡caiga quien caiga! lanzadas por el Presidente de la República, se están cumpliendo. Han sido alabadas por los ciudadanos, pero el tiempo que transcurre para ver tras las rejas a los delincuentes, es desesperante. El forcejeo, pataleo o manotadas de ahogado, de los señalados por actos reñidos con la ley, para demostrar su inocencia a través de los medios informativos, se asemeja a una serie televisiva de los capos de Suramérica o una película de los tiempos de los gánsteres de Chicago. La población está ansiosa por el castigo que se les impondrá a los grandes asesinos, estos en sus manifestaciones pareciera que se burlan de la Diosa Themis, pues todos sabemos quiénes son, pero la justicia se aplica con pruebas y están como el juego infantil de “esconde, esconde el anillo…”.

Mientras las denuncias se multiplican, nos vamos sintiendo frustrados, al darnos cuenta que son miles los involucrados, y el silencio demuestra que la solución y la aspiración de la ciudadanía a vivir en paz ¡está muy lejos! La mayoría de los interrogados, responden que saben quiénes fueron pero no dan nombres, demostrando temor y otros manifestando que están exponiendo sus vidas y la de sus familias. Total que en ese juego de incriminaciones, más bien pareciera que están dando avisos a los sospechosos para que detengan con sus influencias las pesquisas, que pueden llegar a bloquear el final que espera la sociedad: ¡cárcel para los delincuentes!

Recordamos las quejas de la población por los métodos empleados en las celdas de la tristemente célebre Dirección de Investigación Nacional (DIN), que según las historias podían encontrar mediante métodos brutales, “quién mató a Kennedy o quién se robó la turca”, pero con los derechos humanos todo es diferente, esas prácticas “científicas”, ya no se aplican, aunque cuando llega un campesino taimado, no hay interrogatorio que valga, se cierran en un silencio sepulcral y de ahí nadie los saca. Seguiremos esperando y acrecentando las dudas de la sociedad por la lentitud y el desaparecimiento de las pruebas, que pasaron por tantas manos y que en algunas se quedaron.

¿Tendremos que esperar que extraditen más malhechores a tierras de “Tío Sam”, para que con sus promesas de reducción de penas, los haga decir la verdad y dar los nombres de los implicados en los delitos de todos conocidos? Algunos ladrones del erario ya guardan prisión aún sin sentencia, otros encarcelados por mucho tiempo para después resultar inocentes, ser liberados pero con daños sicológicos irreversibles ¡justicia tardía, no es justicia! Para la ciudadanía es una esperanza que los culpables sean juzgados y condenados para que se inicie la famosa depuración, y empezar a decir con orgullo que ¡Honduras está cambiando!

Algunos personajes se atreven a predecir que muy pronto serán extraditados políticos, empresarios y exfuncionarios. ¿Un aviso para que “tomen las de Villadiego”? ¿Tendrán temor los miembros de las comisiones? La verdad es que entre más se tarden en detectar a los culpables y ponerlos a la orden de los tribunales, más oportunidad tienen los delincuentes para planificar cualquier acción que atemorice a los testigos que probarán sus actos contra la sociedad.

Afortunadamente, aunque parezca una intervención, ante nuestra duda por los nombramientos acomodados a intereses políticos, la MACCIH, cooperará en el proceso de selección de los togados anticorrupción y extorsión. Los jueces y fiscales, si tienen miedo o están comprometidos ¡que renuncien!

Según los expertos en el campo penal, los delitos de cuello blanco son: El tráfico de influencias, el fraude, el lavado de dinero, el cohecho, las quiebras fraudulentas, la malversación de fondos económicos: delincuencia organizada.

El pueblo exige que no sigan con la desesperante espera, por la maldita burocracia ¡cárcel sin compasión! o anulación de los documentos de sobreseimiento definitivo que han repartido como ¡cartas de una baraja!

De rodillas solo para orar a Dios.

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