Los errores de Palmerola
Los errores de Palmerola
Por: Juan Ramón Martínez
La irrupción de Honduras en el mundo cafetero mundial, fue posible porque el país tuvo en Fernando Montes Matamoros un excelente negociador. Por supuesto, se habían hecho esfuerzos para promover el cultivo del café; pero hacía falta moverse en el mundo comercial de las cuotas, las calidades y los precios. Y Montes –posiblemente el primero y el mejor de los negociadores que ha tenido nuestro país, seguido posiblemente de Melvin Redondo– aprovechó los conocimientos que tenía del mundo cafetalero continental, sopesó los intereses de cada uno de los países competidores y, lo más importante, aprendió a valorar las virtudes y los defectos de los negociadores con los cuales tenía que discutir. Y establecer acuerdos. Y se volvió un experto defendiendo al país.
En la negociación para lograr la construcción de un aeropuerto en Palmerola, en cambio, se nota, además de la falta de experiencia y compromiso en los negociadores nacionales, una escasa comprensión que la obra aeroportuaria no tiene validez en sí misma, sino que solo cuando asegura la protección del país, asegura el aprovechamiento de las oportunidades, buscando lo mejor para proteger el interés nacional. Se nota al leer el contrato con la firma extranjera, la falta de la mano diestra del negociador encargado de proteger los intereses colectivos, evitando caer en errores de ofrecer más de lo que puede dar la nación, sabiendo que el país difícilmente puede aportar recursos suficientes que vuelvan competitivo el negocio de transporte de pasajeros y carga, cuyas dificultades ignoran. Olvidando que no es legítimo que, para satisfacer una pretensión justificada o no, se tenga que ofrecer al contratante extranjero, más de lo que un país puede darle a un particular. Las cláusulas del contrato que presentaron al Congreso Nacional, son leoninas; incluso ofensivas para el más disminuido talento negociador. Y pasaron por alto que los diputados del Congreso Nacional, en ninguna circunstancia iban a colocar el objetivo de tener un nuevo aeropuerto, por encima de los sacrificios y las contribuciones desproporcionadas otorgadas a la parte oferente. El que los diputados lo hayan rechazado honra al Congreso. Y la respuesta de los improvisados negociadores, cuyos conocimientos de la materia lucen básicamente disminuidos, en el sentido que basta un adendum, para resolver el asunto, demuestra que olvidan que los contratos son fruto de la voluntad de las partes. Y que cualquiera modificación que se haga a los mismos, requiere que nuevamente se exprese la voluntad de los contratantes. Han querido esconder la cabeza bajo la arena, negándose a interpretar que el Congreso, al rechazar una de las partes, rechaza de hecho, la totalidad del contrato presentado.
Pero además, los negociadores pasaron por alto el sentimiento que el pueblo de la capital, guarda por Toncontín. Si fuesen más respetuosos de los sentimientos populares debieron haber negociado mejor. Habían –y las hay– opciones imaginativas; pero lo que privó fue el deseo de castigar a los capitalinos, imponiendo una cláusula draconiana, para que frente a tan elevada cifra, todos los ciudadanos bajaran la cabeza, con el fin de lograr por los medios que fueran el objetivo suyo, aunque tuviéramos que quedar desnudos, sin un pan que llevarnos a la boca. Cuando uno de ellos dijo que –contrario a lo firmado– Toncontín seguiría operando, pese a que se establecía un pago elevado en el caso que se hiciera, les estaban creando un castigo injusto a los contribuyentes. Cuando lo que se debió haber negociado fue integrar a los dos aeropuertos, en un mismo paquete, de forma que fueran complementarios y manejados incluso por la misma firma. O haber defendido el hecho que Toncontín fuera un aeropuerto para viajes nacionales o regionales; e incluso, la base de un puente aéreo para que las personas que sirve actualmente, pudieran usarlo para tomar los aviones mayores que saldrían de Comayagua.
El problema es que no saben negociar. No tienen claro los intereses de Honduras y están dispuestos, para lograr sus metas, entregar todo lo que no les duele. Si fuesen como Montes, habrían hecho las cosas de otro modo. Y JOH no habría intervenido, descalificándolos. Excluyéndolos del tema y sustituyéndolos por los ministros Cerrato y Ordóñez que, defenderán mejor lo nuestro.
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