¿Cuándo retirarse?

¿Cuándo retirarse?


Emilio Santamaría


Una regla sin excepciones es la de que todo maestro al cumplir los 70 años de edad, debe ser jubilado. Cuando la Universidad de Wisconsin le comunicó al Dr. Ben Duggar, que debía retirarse, sus alumnos lo sintieron. En la clase de botánica nadie se comparaba con él. Vivía lo que explicaba. El hombre alegó que sentía sus 70 años vigorosos. Daba largas caminatas. Jugaba bolos con sus alumnos muchos de los cuales podrían ser sus nietos. Pero todo fue inútil. El retiro era obligatorio. Entonces, simplemente dijo adiós, y nostálgico, recorrió las aulas de la Universidad. Cuando se enteraron algunos de sus alumnos, ya graduados, decidieron aprovechar la experiencia del viejo. Y al hacerlo le proporcionaron la oportunidad de hacer su mejor servicio a la humanidad. Algunos que trabajaban en Laboratorios Lederle, hablaron con el director general. Este le ofreció un contrato como investigador independiente en botánica. El Dr. Duggar hizo sus maletas, y viajó hasta Pearl River, Nueva York. Se encontró literalmente con miles de cajones pequeños, ordenados en hileras. El trabajo consistía en mezclar dosis mínimas y colocarlas en redomas clínicos. A continuación venían los incontables experimentos. La esperanza era que pudiera encontrar ahí la cura para alguna enfermedad. No era un trabajo sencillo. Ahí había unos seis mil cajones, lo que posibilitaba 36 millones de combinaciones. Duggar se colocó su nítida bata blanca, y sin pérdida de tiempo, pero sin apresuramientos irrazonables, se puso en marcha. El primer año no logró nada. Sus 72 años de experiencia le indicaban que recorría el camino adecuado. De pronto, el año en que cumplió 73, logró aislar un antibiótico. Le dio en nombre de “Aureomicina”. Su descubrimiento lograría vencer más de 50 graves enfermedades. Muchos enfermos que antes hubieran muerto irremisiblemente, encontraron una rápida cura gracias a la sabiduría y el empuje de este anciano, que trabajó feliz hasta su muerte, a los 84 años.

La experiencia no puede improvisarse. Y tampoco debe despreciarse.

LO NEGATIVO: Dejar que los prejuicios de “la edad” nos impidan brindar oportunidades a los que tienen todavía tanto que dar.

LO POSITIVO: Con una actitud de respeto y amplitud mental, permitirnos tener acceso a su experiencia y a su sabiduría.

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