La alfabetización obligatoria

La alfabetización obligatoria


Por: Benjamín Santos.
Tremendo problema el que se generó en torno del proyecto de alfabetización impulsado por la Secretaría de Educación como una obligación impuesta a los estudiantes que están por graduarse. Ninguna de las partes en conflicto ha objetado la conveniencia de alfabetizar a los compatriotas que todavía en el siglo 21 carecen de las habilidades de la lectoescritura. Lo que se ha dicho es que la educación es una obligación del Estado y que al obligarse a los muchachos que se van a graduar a alfabetizar se impone a los padres una carga económica que no pueden llevar. Algunos han protestado porque se elevó de uno a dos el número de personas a alfabetizar. Hasta aquí todo parecía solucionable y la Comisión del Congreso intervino para acordar con el ministro Escoto una solución salomónica.

Todo parecía que era un problema manejable. Las cosas se complicaron cuando intervinieron los revoltosos de siempre tratando de llevar agua a su molino. La toma y cierre de colegios por activistas enmascarados apoyados por algunos maestros, padres de familia y personas ajenas a los centros educativos, desvió el problema estrictamente educativo a una confrontación política. Pronto surgió un grupo de autodenominados líderes estudiantiles que presentaron en la Fiscalía una acción en contra de quienes en su opinión entorpecen el derecho de los estudiantes a asistir a clases. Un problema que era estrictamente educativo llevó a una confrontación de innegable contenido político.

Es verdad es que la educación es una obligación del Estado, pero el Estado somos todos en cuanto formamos uno de sus elementos esenciales: su población. Eso es así a menos que se llame Estado solo a la institucionalidad que forma parte de su sistema político-administrativo. Creo que los estudiantes comparten el primero de los criterios expresados. Los problemas de Honduras son problemas de todos y le corresponde a la institucionalidad del Estado la organización y conducción de los procesos para su solución. Liberar a Honduras del analfabetismo, de la pobreza, de la insalubridad y otros obstáculos que nos impiden avanzar en el camino del desarrollo es una tarea de todos. ¿Dónde está entonces el problema en el tema que nos ocupa?

En lo que se refiere a las políticas públicas que involucran a la sociedad en su conjunto no basta dictar órdenes e imponer soluciones. Como en toda actividad humana de carácter colectivo, se requiere una etapa de motivación y organización a fin de que quienes se involucren tengan una comprensión integral de lo que se trata y se comprometan de buena voluntad a hacerlo, es especialmente si son actividades que carecen de una compensación personal. Sin motivación nada es posible. Las órdenes a secas carecen de la eficacia en actividades que requieren la voluntad de quienes se involucran. Pero además se necesita el dominio de ciertas técnicas y la disposición de la logística necesaria para cumplir la tarea.

En el caso que nos ocupa todo se redujo al cumplimiento de una orden a secas. Alfabetizar requiere en primer lugar la voluntad de quien se alfabetiza y de quienes alfabetizan. No se puede lanzar a los muchachos a caza de analfabetos sin un previo conocimiento de las comunidades y sin las orientaciones necesarias. En caso contrario ocurre lo que ha ocurrido. En la prisa por encontrar personas interesadas se han encontrado con vividores ya alfabetizados que se han prestado al juego a cambio de un pago y de otras prebendas. Las víctimas han sido los estudiantes y los padres de familia. Hay que tomar en cuenta que los analfabetos no siempre sienten la necesidad de ser alfabetizados, porque no siempre es una necesidad sentida y tampoco están conscientes de las puertas que les abrirá la alfabetización.

Con lo dicho queda claro que una buena idea y un buen proyecto se echa a perder por la improvisación y que la alfabetización de personas como requisito para graduarse debe ser un proceso planificado, organizado y ejecutado con la participación de los estudiantes, pero también de los profesores y padres de familia. El problema no es solo la carga económica que implica para los padres de familia como se ha planteado, el problema es más complejo. Ojalá que se rectifique en próximas ocasiones.

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