Se encrespa la política

Se encrespa la política


Por: Carlos A. Medina R.
Tegucigalpa es por excelencia, la capital política de Honduras, no solamente en el sentido de que aquí se asientan los poderes del Estado, sino también, porque aquí se engendran todos los movimientos políticos de cualquier índole que afectan a la nación. Ejemplo son los golpes de Estado, las jugadas pocas veces limpias y en su mayoría sucias de los políticos del patio. De esta ciudad que crece increíblemente y que carece hasta de agua potable, surgen todos los movimientos del maquiavelismo político del país.

En los departamentos las mujeres y hombres de Honduras luchan por trabajar para ganarse el pan diario, y siempre esperan que de la capital lleguen las migajas de nuestro raquítico presupuesto para resolver los miles de problemas que se confrontan, no solo en las ciudades, sino más que todo, en las zonas rurales del país. Todas las capitales de los países latinoamericanos son la vivienda de los políticos de sus respectivos países, y a estas ciudades se encaminan “los iluminados” de las provincias para llenar sus ambiciones personales, y más que todo, para estar cerca del poder o en el poder mismo, y de esa manera llenar sus faltriqueras.

Al gobierno actual le hace falta año y medio para terminar, y los ciudadanos ansiosos de ocupar ese alto cargo ya están preparando su armamentario para llegar de alguna manera, al poder de la nación. Es un hecho, que la manera más fácil de acumular dinero en nuestro país es entrar al desempeño de un puesto público, y con honrosas excepciones, estos funcionarios gravitan alrededor de sus ministros o presidente haciendo por lo general, muy poco a favor de la nación catracha.

En los partidos tradicionales y en los de nuevo cuño, ya se nota la ansiedad y el trabajo para buscar el camino del poder y llegar a este en el mes de enero del 2018. Por supuesto, los medios de comunicación llenan sus espacios noticiosos con sus declaraciones y narran el quehacer de esos políticos potenciales que quieren estar en la cima del mando de la República. El país pierde la brújula cuando nos acercamos a las elecciones generales, y por supuesto, los hombres en el poder se debilitan con la andanada de improperios, que es la manera muy hondureña de hacer política.

El tema de la reelección presidencial es la manzana de la discordia; el líder de la oposición Manuel Zelaya Rosales, que declaró anteriormente que estaba en contra de un proceso reeleccionario, ahora advierte que él entrará en el cotejo para no permitir “que el dictador”, Presidente Juan Orlando Hernández continúe en el poder. Está bien claro que a Zelaya Rosales se le quema la miel por manejar las riendas de la nación. Los otros partidos políticos, divididos como están, hacen su lucha electoral sin mostrar un candidato que tenga un peso específico para manejar a la nación, y lo más importante, es que todos quieran continuar las acciones positivas que ha hecho este gobierno.

En reciente conversación telefónica con el Presidente de la República le hicimos dos preguntas claves: realmente quiere usted seguir siendo el mandatario de nuestra nación? Y si así lo fuese, está el camino legal despejado para ese acto político? La respuesta del Presidente fue la siguiente: “doctor Medina: yo quiero seguir trabajando hasta el final de mi periodo, y en estos momentos hay tantos problemas que resolver en la nación que el asunto de la reelección no es prioritario en mi agenda”. El Partido Nacional que lo llevó al poder, piensa lo contrario, y para esta institución política, la reelección es un hecho.

Si repasamos la trayectoria de los potenciales candidatos a la Presidencia, vemos que no hay en el horizonte un hombre clave e iluminado que pueda producir un crecimiento económico y un desarrollo social, aunque este gobierno le entregará la mesa servida, con una macroeconomía aceptada por las instituciones internacionales con buenas calificaciones. Si este gobierno disminuye las tasas de inseguridad y con la ayuda de la Misión de Apoyo Contra la Corrupción e Impunidad en Honduras (MACCIH), la corrupción llega a niveles aceptables o es eliminada por completo, seremos un país que invita a la inversión extranjera y esta vendría de buena gana a desarrollar nuestra nación con empresas necesarias para producir trabajo.

La otra alternativa sería que tanto la empresa privada como el gobierno, invirtieran más para lograr ese crecimiento económico tan deseado, pero por el momento estamos de acuerdo con el Presidente que hay que trabajar y trabajar, en vez de hacer política barata, pues esta retrasa toda idea de superación y de desarrollo social de la nación a través de un crecimiento económico que es necesario elevarlo y mantenerlo para que salgamos de nuestro atraso crónico, y de una vez por todas, salir de la postración en que nos encontramos.

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