De aeropuertos y movidas de turbios

De aeropuertos y movidas de turbios


RAMÓN CUSTODIO

El Llano fue una propiedad de doña Emerenciana Laínez, una parte de la cual fue objeto de una expropiación para instalar el Aeropuerto de Toncontín y la Fuerza Aérea Hondureña desde los años treinta. En igual forma se le expropió donde funcionaron oficinas de aeronáutica en el costado oeste del Edifico actual, calle de por medio y en donde ahora funciona un centro comercial, de esos que por barbarismo anglosajón ahora le llaman “Mall”.

En la administración del general Carías se le quiso indemnizar a la propietaria con el ridículo precio de dos centavos de lempira por vara cuadrada o algo así, precio que ella ni los herederos nunca aceptaron, ni cobraron. La pista siempre tuvo esa orientación de sur a norte, con difícil aproximación que obliga a los aterrizajes muy inclinados, que exigen gran habilidad de los pilotos. Casi todos los accidentes han tenido lugar por fallas humanas; uno de los últimos por una decisión equivocada de la aerolínea que forzó al piloto a despegar de San Salvador, estando cerrado el permiso de aterrizajes en Toncontín, por malas condiciones atmosféricas.

La reubicación del aeropuerto es parte de la tradición de las decisiones retrasadas o maliciosas, de los turbios gobernantes que hemos padecido. Entre los sitios alternativos se mencionó el valle de Talanga o las inmediaciones de la laguna El Pedregal, al oeste de la ciudad y, finalmente, Palmerola, en donde funciona una base militar de los Estados Unidos de América, como parte de un intercambio de cartas, que desde 1954 dieron origen a la Asistencia Militar Recíproca entre ese país y nuestro paisaje de país. Por cierto que las construcciones modulares fueron hechas con fondos federales, lo cual significa respeto a la inversión. Hay propietarios aledaños dispuestos a donar y a negociar con justiprecio, que no han sido abordados.

La tradicional corrupción de la administración pública hondureña sueña y delira con los grandes negocios, por cuanto la cuantía multimillonaria aumenta las posibilidades y alcances del saqueo.

Así se explica que en su momento el expresidente Manuel Zelaya anunciara el inicio de las obras en Palmerola en la “próxima semana”. Ahora es el presidente Juan Orlando Hernández, hombre providencial para los de su argolla, el que anuncia este milagro que amerita ser aclarado en lo posible y en lo imposible, por cuanto si logra su reelección llevará, seguramente, la capital y el gobierno a Gracias, su ciudad natal, por la plusvalía que le daría a sus múltiples bienes inmobiliarios en ese lugar; un maleficio más del ruralismo de los presidentes de la República, que los lleva inexorablemente al autoritarismo presidencialista.

El Salvador empezó su desarrollo aeroportuario en 1950, concentrándolo en Comalapa, haciéndolo avanzar hasta tener ya 21 mangas de desembarco. Panamá lo inició desde los años setenta hasta tener una moderna terminal con más de 100 mangas y, me consta, la policía registra la salida de un taxi del aeropuerto a la ciudad y si se retrasa, una radio patrulla sale al paso para verificar qué está pasando. Guatemala concluyó ya la modernización de su aeropuerto y compite con los dos países señalados.

El concesionario de Palmerola no es una empresa alemana sino hondureña, que subcontrató a los operadores del aeropuerto de Múnich, dueños de Fly Emirates, para tratar de subsanar cláusulas legales. Los alemanes no son el mejor ejemplo en esta materia, porque ellos mismos han fracasado en que Berlín tenga un aeropuerto moderno, pues el proyecto terminó en un escándalo nunca aclarado.

Llegamos tarde, razón para oponernos a la reelección de los turbios.

Comentarios

Entradas populares