El trabajo educativo social

El trabajo educativo social


Jorge Ortega

La idea que todos aquellos que cursan su último año de estudios cumplan con un proyecto que los beneficie a ellos tanto como a la comunidad es excelente. Hasta mediados de los años setentas lo que hacían los educandos era una tesis que aunque debía obligar a los estudiantes a conocer y desarrollar el método de investigación, terminaba siendo elaborada por otras personas sin beneficio real para nadie. Después se pensó que sería una buena experiencia involucrarlos en el desarrollo comunitario, y los estudiantes debían responsabilizarse de una escuela, construir el muro, pintarla, donar pupitres, sembrar plantas ornamentales y otras actividades más. Ahora deben alfabetizar a personas mayores que no tienen la menor intención de aprender, así que los estudiantes deben ir a buscarlos donde sea, a costa de un riesgo personal, para cumplir con el requisito.

Para refrescar la memoria debemos analizar los resultados obtenidos: las tesis no servía más que para alimentar a las termitas; en menos de un año las escuelas estaban nuevamente sucias, sin pupitres y con sus muros en ruinas; las plantas sembradas habían sido arrancadas de raíz por los vecinos a los pocos días; y los adultos por alfabetizar piden que lleguen a sus casas o que les den dinero para transporte y otros gastos, al fin y al cabo los estudiantes son los interesados.

Todas estas iniciativas han sido bien intencionadas, pero ha faltado el involucramiento de la comunidad para que los logros sean perdurables. El Estado debe tomar más en serio su responsabilidad en el desarrollo social y velar por un proyecto sostenible sin poner en riesgo la integridad física de los educandos. Recordemos que Tegucigalpa es la sexta, y San Pedro Sula la segunda ciudad más violenta del mundo. El proyecto de la alfabetización es bueno, pero los adultos deben ir a los colegios, en horas del día, para su alfabetización, bajo supervisión de los catedráticos y con la seguridad dada por el Estado, que a su vez es el responsable de despertar el interés en esos adultos para su aprendizaje.

El trabajo educativo social puede ser la clave del verdadero desarrollo comunitario en Honduras. Imaginemos a esos miles de estudiantes que están cursando su último año para graduarse de colegios y universidades realizando actividades donde puedan aplicar los conocimientos adquiridos, desarrollando un plan nacional que tenga por objetivo la organización de las comunidades en tareas específicas que van a ejecutar los miembros de esa comunidad bajo el apoyo y supervisión de los graduandos. Al involucrar a la sociedad se logra su compromiso, se asegura el cuidado de lo que se haga porque se ha despertado el espíritu de pertenencia y se eleva el autoestima de esa comunidad. Al volverlos parte del desarrollo se darán cuenta de su importancia y su capacidad. Cuando logramos algo como fruto de nuestro esfuerzo, por naturaleza nos sentimos orgullosos del logro y hay un sentimiento natural de protección a la propiedad. Con la ayuda de los graduandos universitarios se podrían desarrollar proyectos comunitarios de agua, energía eléctrica, reforestación, desarrollo turístico, microempresas, y tantos otros proyectos como alcance la imaginación. El proyecto y la supervisión a cargo de los estudiantes, su ejecución a cargo de la comunidad, y el apoyo económico, con la legislación correspondiente, a cargo de la Municipalidad y el Gobierno.

Honduras es de todos, y todos debemos comprometernos a sacarla adelante.

Comentarios

Entradas populares