Todo comienza en la familia

Todo comienza en la familia


 
La semana pasada fui invitado por el banco Ficohsa a participar en un panel de expertos, a raíz del lanzamiento de su nueva campaña institucional cuyo slogan es, justamente, “Todo comienza en la familia”. Desde que recibí la convocatoria para estar en este evento no dudé ni un segundo en confirmar mi presencia puesto que soy un convencido radical que, para bien o para mal, el origen de las conductas positivas que manifestamos los individuos, así como aquellas que dificultan la convivencia social y generan conflictos, se encuentra en el clima familiar en el que hayamos crecido.

Cuando los padres luchan por mantener una relación armónica, cuando saben ceder cuando hay que hacerlo y callar cuando se debe; cuando a pesar del cansancio y los problemas cotidianos se aporta optimismo y serenidad al hogar, hay un elevado porcentaje de posibilidades que los hijos reproduzcan esos comportamientos en el aula de clase, en la cancha en la que ejercitan un deporte o, el día de mañana, en su sitio de trabajo. Cuando la “música de fondo” en la casa está compuesta por gritos, humillaciones, quejas e incluso se llega al golpe, el bagaje a desempacar y repartir será bastante parecido.

Es evidente que las familias sanas, las normales, están formadas por personas normales. Y la gente normal suele tener defectos. De ahí que pensar en una comunidad integrada por seres “angélicos” sólo es posible en la ficción literaria o cinematográfica. En las familias buenas se dan conflictos, existen dificultades, el secreto está en cómo se resuelven. Si se privilegia el diálogo sobre la confrontación, si se desarrolla la capacidad de escucha, si no se emiten juicios precipitados, vamos bien; si el cariño lubrica los naturales roces entre padres e hijos o entre hermanos, hay menos oportunidad para el disenso y, por supuesto, el maltrato.

Los medios de comunicación nos bombardean todos los días con mensajes propagandísticos que nos inducen a consumir este o aquel producto, las vallas en calles y carreteras, igual. Desde la semana pasada hay también mensajes profamilia en este mundo de la publicidad. Ojalá que cada vez que escuchemos o leamos este nuevo mensaje, este “Todo comienza en la familia”, nos sirva como “despertador”, como recordatorio que de nosotros depende crear un clima familiar formativo que facilite el desarrollo de la personalidad de nuestros hijos. Ojalá que cuando vayamos de regreso a nuestras casas, cansados del duro trajín, nuestros ojos se topen con esta frase y nos hagamos entonces propósitos de ser mejores padres, nos tracemos la meta de hacer felices a los que nos esperan en el hogar.

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